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Punto de vista

Pedro Félix Gutiérrez Turrubiartes. | 11/01/2017 | 00:39

El autobús cargaba pasajeros en una ruta rural-urbana. Ahí Lo encontré sentado entre todos los pasajeros, quienes sorprendidos, se pusieron a escuchar las tesis.
 
Habrá, una debacle económica, que a  nadie conviene. A nadie-insistió- recordemos la situación de Grecia. El capital, no tiene patrias ni fronteras y es el motor de la nueva era de expansión mundial.
 
Los economistas mexicanos de este momento son “Itamitas” van por la técnica no por el programa ni la razón.
 
A ver, maestro, explícanos, -si dijo- en una ocasión Víctor Flores Olea, lo explico en peras y manzanas así: “Los cambios producen angustiosas fragmentaciones, traducidas a creencias, conductas, ideas y caída de certezas y convicciones”.
 
El caso de nuestro país en estos momentos es paradigmático. Es decir una manera de concebir y ver la realidad y las cosas  que ya no funcionan.
“Los tiempos de crisis producen en el ser humano tremendas rupturas, generan incertidumbres y sociedades con abismales diferencias entre la pobreza y la riqueza”.
 
Son cambios que confunden y fragmentan,- mira, escucha el ejemplo-. En el mundo globalizado hay varios tipos de crisis, una es la de  las categorías políticas, es decir ya no hay referentes. Entre estas la caída del socialismo y la perdida de la ética política.
 
En la que Maquiavelo separo para proteger al príncipe quien cuida la unidad del estado, el derecho divino del monarca contra el “contrato social “dónde se defiendan los fines de justicia, libertad y realización plena, pero de “todos”
 
La crisis actual, deja ver el abandono de la ética política, a decisiones técnico económicas corrompidas por el mal uso y abuso del poder. 
Mientras el bus se detiene en un semáforo y crucero complicados, el economista señala; hay una crisis también de la idea de soberanía que aprendimos en la escuela y una crisis del estado-nación y de sus sentimientos nacionalistas.
 
Entendiendo por estado, lo que dice Flores Olea; los órganos de gobierno, las instancias sociales, partidos, sindicatos, asociaciones civiles, empresas, individuos, un sistema legal y un territorio. Todo esto está en crisis.  “todo el poder radica en el pueblo” es un fantasmagórico y lejano significado.
 
Por otro lado las fuerzas de “la globalización” presionan a los estados tradicionales con la evolución de las fuerzas productivas, la tecnología, las comunicaciones y el ejercicio del poder a escala internacional.
 
¿Verdad que no se ve fácil? En los últimos treinta años en México con este modelo económico hemos incrementado nuestro consumismo, cambiado nuestros valores, estilos de vida y creencias. Al parecer era el camino correcto la apertura a los mercados… y esto solo nos ha dejado una resaca de insatisfacción y superficialidad. Llena de pobreza.
 
En el caso del TLC, ya vimos que nuestros socios se llevaron la mejor parte, que los salarios de los trabajadores no se han incrementado, que la pobreza en el país ha crecido  a la par dela población. Que nuestra producción es baja y nuestra educación peor. Y que estamos en la cola del desarrollo.
 
Este vacío y sus rupturas sociales no fue previsto por los poetas del capitalismo contemporáneo, la exclusión, la marginalidad, la desesperanza y las rupturas sociales que ha provocado este crecimiento, hoy son más amplias y patentes y de gran impacto social.
 
Aunado al cambio político y los amenazantes “Twiters”  del vecino, que desestabilizan un régimen generando más incertidumbres que certezas. Y la débil estructura de los partidos políticos nacionales y la idea de la representación. Es decir este puente de mediación entre el ciudadano y el estado está roto. La mayoría no confía en ellos.
 
Los estudiosos lo han señalado; las burocracias políticas dependientes, generaron sus propios intereses – se reparten el pastel millonario- se alejan de los intereses de la comunidad y se recrean en el escándalo y la corrupción. Max Weber y Pareto. Vigentes.
 
Alguien diría que la alusión a “los valores”, el “bien común “son vagos e imprecisos, solo hay que recordar a Víctor y sus recomendaciones; Platón, Aristóteles, Maquiavelo, Rousseau y su “ética política”. Lo que da la verdadera legitimación del poder.
 
El autobús está entrando a la zona del mercado de verduras y frutos, y el economista insiste en que frente a la desilusión hay que regresar a nuestra idea original de nación. A nuestros valores comunitarios, a nuestra fortaleza intelectual y de acciones para redefinir el futuro.
 
Los ejemplos existen, Cuba, Venezuela, Brasil, Perú. El descredito del sistema tradicional y la desconfianza no puede seguir siendo nuestra “divisa de cambio”. México no quiere otra revolución armada. Y a sabemos lo que eso significa.
 
Entre muchas propuestas sociales hay que manifestar la inconformidad, tejer una nueva red de acciones, generar nuevos liderazgos sociales, hacer efectiva la pluralidad de la sociedad contemporánea y mostrar la riqueza incalculable de nuestra condición humana.
 
Indispensable la discusión colegiada, el consenso social, la acción colectiva e imparable, en base a nuestros valores sociales e identidad cultural.
El economista sonrió ¿Cómo la vez tú?, échame un “fonazo” para bebernos un café, y continuar el desahogo, yo aquí me bajo. El autobús detuvo su marcha, bajo de él y se perdió entre la multitud.
 
Recordé lo que el demonio me dijo: “La política no es un arte, sino una disciplina “moral” e “histórica”. Los déspotas impreparados, los del corto plazo, la mentira y “el enriquecimiento inexplicable”, siempre lo han olvidado o bien mejor dicho: nunca lo han conocido.
Ver y enseñar a ver para dejar atrás la infancia espiritual.
 
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