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Leopoldo Pacheco | 03/01/2017 | 22:20

Después del letargo en el que estuvimos plácidamente colocados en la recta final del 2016, en los primeros días del famoso “veinte diez y siete”, el rudo despertar del precio de la gasolina y ahora el cambio de planes de la empresa Ford Motor Company para no invertir en San Luis Potosí, a pesar de lo avanzadas que estaban ya las negociaciones para su llegada, nos hacen olvidarnos sin duda, de la embriaguez que se generó en las redes sociales por los famosos quince años de Rubí, y otras simpatías que como siempre nos abstraen de nuestra realidad, solo para que la cubetada de agua fría sea más severa al momento de despertar… pero despertar al fin y al cabo. Pues ahora lo que procede es ver de qué manera debemos hacer frente a los problemas que trae consigo el 2017 y que a juzgar por su inicio, no se antojan nada sencillos.

EL MURO INVISIBLE ES REAL
Hubo quien consideró que la construcción de un muro en la frontera norte de México resultaba un disparate, e incluso ridículo, que sería nuestro propio país quien terminaría construyendo dicho muro, cuya esencia más importante es el rechazo a la migración que tiene en su política el presidente electo de Estado Unidos, Donald Trump. Pero más allá de tomar la construcción de un muro de ladrillo y cemento como parte de la relación que ahora habrá con el vecino país del norte, dicho muro se está convirtiendo en un emblema y en una metáfora del panorama que tenemos de frente, que si no se sabe prever en términos de construir salidas emergentes, simplemente tendremos que asumir las consecuencias de ser un país pegado a un gigante como receptor de sus críticas y sus desechos: pero nunca de una alianza estratégica, un bloque de negocios… eso simplemente ya se acabó. Si en Los Pinos hay quién todavía espera que se dé una relación así con el gobierno de Trump, no solamente está condenado al fracaso, sino también al ridículo ante los ojos de la opinión internacional, que ya se ha dado cuenta del escenario que tendremos que sortear los mexicanos de hoy en adelante, con los Estados Unidos. El muro fronterizo no es solo para los migrantes, también es para los negocios y lo será para el intercambio cultural y educativo, pues el presidente electo tienen la idea de que solamente recuperando una idea de nacionalismo narcisista es posible volver a ser superior… tan simple como eso. Y por supuesto algo así no admite mexicanos.

UN BALAZO EN EL PIE.
En una lógica de mercado, la idea de Trump es buenísima para convencer a los ignorantes sobre una fórmula de “volver a la grandeza”, es muy sencillo entender la visión de un hombre cuya fortuna y negocios están basados en el expansionismo latifundista y en la creación de monopolios. Mucho de la forma en la que los Estados Unidos surgieron de sus cenizas económicas en la pos guerra, gracias al plan Marshall que endeudó a Europa después de la segunda Guerra Mundial. Sin embargo en términos reales eso ya no es posible, pues las economías globales requieren de alianzas y no de aislamientos, pues en el momento que la económica norteamericana quiera hacer frente a las economías emergentes de Asia, sobre todo, no tendrá amigos para poder aguantar el embate de producciones de gran calidad a un precio mucho menor. El americano promedio se ha vuelto perezoso en medida que todo le es más sencillo, volver nuevamente al “hard american worker” es más un planteamiento romántico que real y Asia lo sabe, Rusia lo sabe, Arabia lo sabe. Y no serán las películas de Hollywood las que lo van a salvar. Al final del día el tan sobado argumento de devolverle los empleos a los norteamericanos se convertirá en la principal causa de la perdida de los mismos, cuando no puedan competir en otros mercados que los han copado por ideas caducas sobre el famoso “Made in Usa”, cuando la mayoría de las marcas norteamericanas fabrican todo en “China”. Cuando otros sólo se soban las manos observando la caída en espiral del gigante de América… al que tal vez ya le llegó la hora y nosotros somos de los pocos amigos que le quedaban.

 

¿Y AHORA?
Una de las cosas más comunes es buscar responsables de la forma en la que se han venido dando las cosas en esta relación bilateral, que si bien es cierto no han sido las decisiones más acertadas por parte del gobierno de México, más es en parte por circunstancias ajenas a la política y sí más cercanas a lo social, lo que está marcando la brecha que nos divide con el vecino del norte. No es a nosotros a los que nos hizo falta la voluntad. La mayor parte del tiempo nos ponemos de tapete para recibirlos y las condiciones siempre son más desventajosas para México que para Estados Unidos y Canadá. No es culpa de Peña Nieto ni del gobernador Carreras el que Ford se arrepienta. Esto puede ser el comienzo de otras situaciones muy parecidas. Lo que procede es que activemos nuestra propia economía con base en los que hacemos nosotros y seamos menos dependientes de lo que hacen ellos. Si aprovechamos la política aislacionista de Trump tal vez sea la mejor oportunidad que tengamos de reencontrarnos como mexicanos y aprendamos a ser más nosotros y menos ellos. Y si ellos se lo pierden.
HASTA LA PROXIMA.