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Leopoldo Pachecho | 14/12/2016 | 00:54

Y es precisamente en la recta final de este año que los temas que más han destacado dentro de la agenda pública en los diferentes medios de comunicación que atañen al estado de San Luis Potosí, refieran al fenómeno mediático y de las redes sociales, “Los XV años de Rubi”, que están proyectando la Zona Altiplano como no se había dado anteriormente en toda su historia y esta entidad, que por un tiempo se hizo famosa por eventos desafortunados, como la violencia generada por el crimen organizado, por las catástrofes naturales como la sequía o el dengue, ahora esté bajo los reflectores, bajo el velo de un evento social de rancho, que por la candidez de sus protagonistas ha generado simpatías que iniciaron como burla y ahora son capitalizados para hacer de este evento, un espectáculo en el más amplio sentido.
 
Sin embargo este evento, que se considera un distractor de la masa poblacional mexicana por parte de algunos y algunas, un fenómeno, que se convierte en un desperdicio de talento y reconocimiento a lo que verdaderamente vale la pena no deja de ser, desde mi humilde opinión, la señal más real de lo que son verdaderamente las redes sociales, que sin más ni más, no obedecen a imposiciones ni reglas de moral o ética, ni a lo que “debe ser”, tan anárquicas como el agua que corre y encuentra su propio camino ante cualquier cosa que se le atraviese; así las redes sociales, que elevan o destruyen sin que nadie haya descubierto una fórmula para controlarlas o reflexionar sobre ellas.
 
El reto, y eso no se puede perder de vista, es el costo que tendría que asumir nuestro estado en caso de que las cosas no salgan bien… y con esto no nos referimos a que la quinceañera sea feliz, nos referimos a que en este evento que atraerá a muchos morbosos sólo por tomarse la “selfie” en el evento, que son asistentes mas no invitados, pueda salir fuera de control y que se convierta en una desgracia; en términos de vidas o integridad humana, el manejo de masas de seres humanos no es fácil; y la proyección que bien puede ser aprovechada para promover al estado de San Luis Potosí no se convierta en un escarmiento que nos dé como lección el alcance que tienen las redes sociales. Ojala y todo salga bien.
 
Otro de los temas sin duda, que está siendo parte del análisis que se realiza en el Congreso del Estado y que justamente está en puertas para darse a conocer, es finalmente la aprobación del paquete presupuestal prestando por el gobierno del Estado y que en las comisiones correspondientes ya fue analizado por parte de los integrantes de las comisiones responsables y que será llevado al pleno del Congreso para su aprobación. No se puede perder de vista que se tiene un acuerdo para que pueda darse salida a las necesidades más importantes que tiene en la materia esta entidad, al margen de intereses políticos o de partido, a fin de poder hacer frente a un 2017 que no pinta absolutamente nada holgado en materia financiera, sobre todo en aquellos subsidios a los que se habían acostumbrado muchas veces por parte de la Federación que simplemente en muchos casos ya no existirán. Todo esto es parte de lo que esperamos en el cierre del año y si duda para el año que viene, que por su propia naturaleza también trae consigo otros retos y problemas que no imaginamos, pero que sin duda ahí estarán.
 
No deja de llamar la atención la reflexión que ahora se ha convertido en una iniciativa presentada por la diputada priísta Esther Angélica Martínez Cárdenas, en el sentido de establecer que los legisladores sean evaluados. Sin duda, y usted amigo lector no me dejará mentir, la imagen del legislador se ha degradado a tal punto que para muchos es una reputación para toda la vida y sí hay una necesidad de buscar los mecanismos de eficientar, transparentar y evaluar el trabajo legislativo. Pero no bajo una óptica cuantitativa, en el aspecto de cuántas iniciativas presentan, cuántas veces hacen uso de la voz ante el pleno, cuántas asistencias tienen a las sesiones, con una visión aritmética que al final del día no refleja realmente su rendimiento y los resultados por los cuales se les está destinando recursos y remuneración del erario, de ahí que ahora la alternativa sea la evaluación cualitativa de acuerdo a parámetros que establecen resultados y aplicación de las leyes o reformas en las cuales participen cada uno de ellos, una forma más justa de saber si están desquitando ese “sueldazo” o no y lo mejor de todo es que sea a través de un comité ciudadano, al margen de las órdenes o influencia de cualquier instancia del poder público.
 
Ojala el año que entra nos pinte de esa manera, mucho mejor.
 
HASTA LA PROXIMA.