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Tecnología

Plano Informativo | 11/12/2016 | 04:00

En el 2012, una adolescente de la ciudad de Haren, Holanda hizo una publicación a través de Facebook para invitar a sus amigos a una fiesta en su casa.  Pero cometió un error, la forma en que lo escribió y que no marcara como privado ese evento, dio como consecuencia, una invitación masiva. 
 
A pesar de que a través del internet se advirtió que no habría ninguna fiesta, las autoridades de Haren, una ciudad de más de 18 mil habitantes, alertaron a la población sobre los riesgos de llegada masiva de personas que habían leído la invitación a la fiesta. La adolescente y su familia abandonaron su casa y la policía implementó medidas preventivas como el cierre de la salida de la autopista para evitar que llegase más gente.
 
Sin embargo, el poder de las redes sociales es tan grande y penetrante que atendieron a la convocatoria más de 4 mil jóvenes. Al final,  estalló la violencia; la mayoría de los “invitados” se enfrentaron con la policía cuando algunos de ellos empezaron a tirar petardos, botellas, piedras y a derribar las vallas que cerraban el acceso de la calle donde reside la familia de la adolescente.
 
Hay otros antecedentes. En el 2008, una adolescente de Australia fue detenida por la policía porque organizó una fiesta en su casa a la que acudieron más de 500 personas, que atendieron la invitación que la anfitriona hizo a través de la red social MySpace. Se generaron disturbios y afectaciones a propiedades de los vecinos. 
 
Esos casos mencionados son los más recordados de la primera década de existencia de Facebook y Twitter. Demostraron el enorme poder de las redes sociales en sus usuarios, y a lo largo de los últimos 4 años, hemos visto como han sido protagonistas de importantes acontecimientos y debates socio políticos y económicos. Tenemos como ejemplo la crisis de Grecia, las manifestaciones en Venezuela, y en México tenemos el movimiento que puso de moda el hashtag, el de #YoSoy132; y los acontecimientos de Ayotzinapa.  
 
Hace una semana, a través de Facebook se difundió un video en donde la familia Ibarra García, originaria de la comunidad de La Joya, perteneciente al municipio de Villa de Guadalupe, San Luis Potosí; invitan a la fiesta de XV años de la joven Rubí; el video se hizo para convocar a los habitantes de La Joya. Sin embargo, al igual que la adolescente de Holanda, el papá de Rubí no especificó a quién iba dirigida la invitación y como consecuencia, y gracias al internet, se dio una invitación masiva. El hashtag: #XVAñosRubí comenzó a ser trending topic mundial. 
 
A estas alturas, ya no debería de sorprender  la respuesta que ha tenido esa invitación a los XV años de la potosina Rubí, ya no debería de causar asombro el poder de las redes sociales, su capacidad de influencia y persuasión en las masas; ya no deberíamos de preguntarnos el por qué Rubí se convirtió en una celebridad conocida a nivel mundial, el por qué se desató el fenómeno. A estas alturas ya deberíamos de estar conscientes de los peligros que representa ese poder que tiene el internet y las redes sociales, que a lo largo de los últimos cuatro años, desde aquella fiesta en Holanda, han logrado imponerse sobre los medios tradicionales de comunicación.
 
Fue una irresponsabilidad de los padres de Rubí confirmar que “todo el mundo” está invitado a la fiesta de XV años, pero aplica una disculpa porque residen en zona en donde no hay internet ni señal de telefonía celular - irónico ¿no?- por lo que desconocían la influencia de ese medio en las masas, ahora ya la conocen.  La mayor responsabilidad es del gobierno de Juan Manuel Carreras al subestimar el poder del internet y las redes sociales, al no haber hecho lo necesario para que se suspendiera esa fiesta hasta que pasaran los efectos que tiene un contenido viral. ¿O desconocía el gobierno lo que verdaderamente es el internet, que todo contenido que se publica en redes sociales trasciende fronteras? Ya lo está viendo que no, pero aún así no se ha dado cuenta del peligro que le ha dado el internet a esa fiesta.  
 
Los casos de Holanda y Australia han dado una lección sobre las consecuencias que puede arrojar una convocatoria mal escrita o mal pronunciada y que se publique en redes sociales masiva, igual que pasó con el video de la fiesta de XV años,  en el que el padre de Rubí no especificó a quienes iba dirigida la invitación, por lo que el día de la celebración pueden asistir miles de personas de diferentes religiones, ideologías, comportamientos, de clase baja, media y alta, de variedad de gustos. 
 
El peligro que el internet le ha dado a esa fiesta es que puede estallar la violencia, de la serán responsables la alcaldía de Villa de Guadalupe y el gobierno del Estado de San Luis Potosí, por haber subestimado el poder de las redes sociales. Repito, las invitaciones masivas en Holanda y Australia, son claros ejemplos.
 
@_DavidMartz