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Leopoldo Pachecho | 07/12/2016 | 01:28

Y sin duda alguna el que atraviesan los connacionales cada vez que regresan para pasar las fiestas decembrinas con sus seres queridos es uno de los que se repiten cada año en San Luis Potosí. No deja de ser infame la forma en la que autoridades, desde que cruzan la frontera se dedican a esquilmar, extorsionar y prácticamente robar a los mexicanos residentes o que trabajan en la Unión Americana, porque saben que traen regalos o algún dinero para sus familias y llegar a sus lugares de origen “les va a costar”.
 
Bienvenido Paisano es el programa de protección a los connacionales; tan sobado por el gobierno federal, a fin de dar cuenta de la importancia que tienen las remesas de los connacionales que con su esfuerzo y trabajo mandan desde Estados Unidos a sus familiares y que es en la temporada decembrina cuando se dan la oportunidad de venir a abrazarlos. Sin embargo, en medio de toda esta celebración están las quejas, que no van más allá de ser solo eso, porque ninguno de estos “paisanos” quiere aventarse la odisea de presentar una denuncia ante el Ministerio Público por algún delito del que hayan sido objeto en su trayecto desde Estados Unidos y el famoso reten de San Roberto, en Nuevo León, porque saben lo engorrosa y tardada que resulta la procuración de justicia en cualquier aspecto en nuestro país, por lo que es comprensible que prefieran gozar el tiempo con sus familias al máximo y no invertirlo en los pasillos del Ministerio Público. El problema es que las autoridades que son el primero contacto con ellos también  los saben y es entonces que la bienvenida y los buenos deseos de los que siempre han hablado presidentes y gobernadores, se van por la ventana para convertirse en el frotar de manos de policías e inspectores de aduana que ya se remojan los labios en esta temporada que empiezan su trayecto a sus lugares de origen.
 
La cuota para que no los detengan y los dejen pasar es de 200 dólares, y para que no los molesten les obsequian una contraseña para que si hay un retén más adelante, sepan que ya cumplieron con su cuota.
 
La otra estafa se da en la aduana, donde la policía fiscal o aduanal los amedrenta al decirles que los regalos que llevan a su familia son contrabando y deben declarar impuestos o se los decomisan; y para evitar que se los quiten la cuota es también de 200 dólares.
 
Previo a su llegada a su destino final también hay elementos de la Policía Federal que los intercepta y amenaza con meterlos a la cárcel por traer vehículos de procedencia extranjera, a pesar de que cuenten con permisos para internarlos a territorio nacional. En este caso la cuota es de 300 dólares.
 
Así resultan ser mil dólares los que en promedio un paisano destina para el pago de cuotas o mordidas a las diferentes autoridades cuando regresan a sus lugares de origen, dinero que si no dan, los someten quienes se supone están encargados de garantizar su regreso.
 
Y es así como resulta una verdadera lástima que el programa Paisano solo sirva para alentar la corrupción de este tipo de autoridades, cobijados en el simple hecho de que no trascienden más que en quejas y no denuncias formales, las estafas y extorsiones de las que son objeto cuando regresan a nuestro país y en este caso, a San Luis Potosí, en donde hay municipios que sólo tienen vida en diciembre, con la llegada de los paisanos.
 
La vida de los migrantes nunca es fácil, desde el momento en el que deciden dejar los lugares donde nacieron para buscar la oportunidad de trabajar por los dólares para apoyar a sus familias, en el momento en que son presa de polleros y coyotes para cruzar la frontera, la explotación y el vivir agazapados tratando de evitar la migra mientras trabajan en un país que no es el suyo, ahora se suman las nuevas políticas y amenazas del presidente electo Trump, que ha prometido una expulsión masiva de connacionales una vez que inicie su gobierno. Todo esto y más es parte de este viacrucis permanente y que se agudiza en la temporada de fin de año, al cual a los males de impotencia y coraje se le añade ahora el factor miedo e incertidumbre.
 
HASTA LA PROXIMA.