A raíz de los recortes que fueron anunciados el pasado mes de septiembre por la Secretaria de Hacienda del Gobierno Federal, que suman 239.7 millones de pesos, donde se “ajustó” un presupuesto que limitará las acciones de los 32 estados y los 2 mil 440 municipios del país, mismo que se también se reflejó en el millonario recorte al Fondo Metropolitano que fue anunciado por los diputados federales potosinos (con eco de resignación) en días recientes.
Y aun cuando los discursos municipales y estatales decían que no los habría, la verdad es que ya se preparan incrementos a los impuestos tanto municipales como estatales (se prometió que no habría incrementos en los federales).
Por un lado la alcaldía de San Luis Potosí anunció la aprobación en Cabildo y envió al Congreso del Estado, la propuesta para su Presupuesto de Ingresos del 2017, donde se incluyen incrementos en diferentes conceptos y rubros, además del selectivo aumento al impuesto predial que se anunció anteriormente, que se suma al aumento del costo del agua del organismo operador que también obedece el mandato del alcalde, todos estos incrementos, con un carácter netamente recaudatorio, para ayudar las deterioradísimas finanzas de la alcaldía, que no nos dice en qué aplicará estos ingresos, los cuales solo vemos en gastos de publicidad y un exacerbado “populismo” en los sectores vulnerables de nuestra ciudad, sin ni siquiera hacer frente a la deuda que tiene la alcaldía con proveedores con más de un año de antigüedad.
Y por otra parte el gobierno estatal ya prepara un aumento del 5 por ciento al Impuesto a la Nómina, para apuntalar en aproximadamente 100 millones cada año sus ingresos y solventar tanto los compromisos, como las acciones que se realizarán en conjunto con el sector empresarial de San Luis Potosí, de acuerdo al Plan Estatal de Desarrollo de este sexenio.
Este impuesto actualmente se destina a pagar comprimidos del mantenimiento y suministrito del agua que llega de la presa El Realito, compromisos con las armadoras en su instalación y un remanente que se destina a diferentes inversiones que incentivan el desarrollo económico y la capacitación empresarial.
Aun cuando la intención del destino del impuesto a la nómina pueda ser favorable, es irónico que se cobre éste a quienes generamos trabajo per se y en el caso de la alcaldía no se genere la plataforma de las obras y servicios que se mejorarán con los incrementos y solo se diga que cada año se da esta práctica.
Todas estas propuestas deberá pasar por la decisión del Congreso y sus 27 integrantes, en donde algunos ya se frotan las manos para pedir a “cambio algo” y como dice la canción, “vender caro su amor” ante la urgente necesidad de alcaldías y gobierno estatal de los recursos para enfrentar el recorte federal que se sentirá en todas las acciones de gobierno y que sí será útil para incentivar la creatividad de las dependencias y sus titilares, para aplicar con inteligencia y prudencia su presupuesto para el próximo año.
Los ciudadanos vemos estas causas y efectos de diferente manera, solo contemplando como se planea que los costos los paguen las empresas y los potosinos que cada año cumplen con todas sus obligaciones puntualmente.
Los gobiernos deben ajustarse el cinturón y evitar los despilfarros de tiempo y dinero de sus empleados, así como racionalizar las millonarias nóminas, que muchas veces rebasan los valores de las obras que se construyen.
Cientos y miles de empleados que merman los presupuestos y gastos innecesarios que son pagados por los potosinos, serán cubiertos con estos incrementos.
La clase política defiende su interés primario dejando a un lado el de los ciudadanos y la condición en que estos llevan el pan a sus hogares.
Los gobiernos planean y acuerdan con el Congreso, sin tomar en cuenta la voz de los ciudadanos, que serán quienes paguen “los platos rotos”, nuevamente sin un compromiso de parte de los titulares de los gobiernos, ni una oferta del beneficio que traerá estos incrementos en la calidad de vida de los potosinos.
Todo esto no hará que los potosinos tengamos un feliz año 2017.
Para mí es un gusto coincidir
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