Ma. Guadalupe González Moctezuma | 11/11/2016 | 23:34
La lucha contra el delito no debe basarse simplemente en la represión sino en un proceso formativo.
Educación - Anónimo
La sociedad potosina se encuentra conmocionada por el descubrimiento del modus operandi de los asaltantes que operan en el transporte urbano de la capital potosina.
El miedo se mezcla con la indignación y la necesidad de proteger a sus seres queridos, una ámpula que empieza a crecer al calor y abrigo de las redes sociales que han dado cuenta de este descubrimiento compartiendo cientos de veces el video en el que se muestra en detalle cómo operan estos malvivientes y la forma tan impune como someten a sus víctimas.
También se observa terror. Estos hechos no ocurren al amparo de las sombras de la noche. La desfachatez de estos delincuentes es tal que operan en horas de salida de trabajo. Entre las 2 y 5 de la tarde, cuando los potosinos se dirigen a sus casas al término de una jornada laboral o escolar.
Es claro que las víctimas no acudirán a presentar una denuncia formal por el despojo de sus pertenencias, en la mayoría de los casos teléfonos celulares, algo de dinero en efectivo y poco más. Cosas de las que se puede prescindir sin que signifique un sacrificio mayor.
Pero la sola idea de que alguien pueda amenazar a sus seres queridos, hijos, hermanos, padres, esposos, y que esta amenaza eventualmente pueda salir mal y derivar en una tragedia, es algo que sobrepasa los ánimos conciliatorios de la sociedad potosina, inmersa en un proceso de recuperación económica que ocupa buena parte de las energías.
¿Con qué confianza se va a enviar a los hijos a la escuela en el transporte público? ¿nos sentiremos seguros permitiendo que nuestros seres queridos emprendan cada día un viaje incierto a bordo del transporte público?
Es urgente que este tipo de incidentes se persigan de oficio, sin esperar a que los afectados presenten una denuncia pública.
Si los delitos se llevan a cabo en un transporte público, tendría que ser como si se cometieran en la calle y por tanto las autoridades policiacas deben estar obligadas a responder para devolver la tranquilidad a los potosinos.
Porque la sociedad quiere, espera y demanda la seguridad de poder transitar por la ciudad sin temor a morir a manos de una pandilla de delincuentes cuyo único mérito es saber escapar de la acción de la justicia.
Porque los potosinos deseamos, queremos y exigimos la seguridad de que nuestro patrimonio esté a salvo tanto en las calles como en el transporte público.
Las autoridades no aceptan demoras en el pago de impuestos, entonces no debe haber demoras en la aplicación de la justicia y la implementación de acciones que devuelvan la seguridad en las calles y el transporte público.
Los potosinos dejan de ir al Centro Histórico para no ser víctimas de la delincuencia irrefrenable que ha convertido las calles del primer cuadro en un deporte extremo. ¿Tendrá que ser lo mismo con el transporte público?
No queremos más excusas, no queremos más promesas, no queremos más intentos. los potosinos queremos soluciones y las queremos ya.
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