Pedro Félix Gutiérrez Turrubiartes. | 09/11/2016 | 23:53
Maximiliano de Habsburgo, tocaba su propio piano y por supuesto Carlota el suyo. Ambos pianos están ahora en el Castillo de Chapultepec.
Y este tal vez sea el dato que falte en la extraordinaria novela “noticias del imperio” de Fernando del Paso, extraordinariamente documentada.
La importación y construcción de pianos en México, data de fines del siglo XVIII – nos cuenta- La maestra Lupita Campos Sáenz de la escuela nacional de música de la UNAM. Mientras evocamos preferencias y gustos en la historia de la música, en las películas y los conciertos.
El primer modelo de piano en el mundo data de 1709, y se llamaba gravicembalo, la caja de uno está en el museo del arte en Nueva York y la otra en el museo Karl Marx de Leipzig.
Ya para 1810 en México era el instrumento favorito de señoras y señoritas de la época, quienes se distinguían en su feminidad y cultura tocando para sus amistades.
A partir de la guerra de independencia, la música española va desapareciendo para dar paso a la música mexicana.
En los teatros se interpretaban “los sonecitos” que abordaban asuntos amorosos, irónicos y desahogos políticos contra las autoridades.
Se cantaban y bailaban en los intermedios de las presentaciones, en lo que hoy llamaríamos “variedades”.
Desde entonces la decisión de los mexicanos es sólo la crítica a la política, no participar en ella como sociedad y se abandona “la participación y presión social al poder, para cambiarlo”. Por el dejar hacer, dejar pasar.
Un piano en esa época se podía adquirir por treinta pesos mensuales en abonos.
Es un poco tarde, -dice lupita- mientras ofrece café y la lluvia empieza a golpear con fuerza la ventana. Mientras suena en el equipo electrónico “La cabalgata de las valquirias” de Wagner.
Pero fue en Morelia Michoacán, estado al que el país le debe parte de su historia fundamental, y no la de los negros momentos actuales. En dónde nació el primer conservatorio de América, en 1746 el llamado “Conservatorio de las rosas”.
¿Cuántos pianos habrá ahora en México?, quienes deslizan sus manos creadoras por el teclado?, cuales películas han tenido como base musical las melodías al piano? Esta y otras preguntas sobre el mágico instrumento llenaron la tarde.
A pesar de todos los problemas políticos del país en el siglo XIX, hubo una buena cantidad de compañías de ópera y orquestas formadas por extranjeros y mexicanos, que copiando las modas europeas funcionaban aquí.
Los fundadores del Conservatorio Nacional de Música en México, la afición grande por el canto, la producción orquestal en reducciones al piano, a dos cuatro y hasta ocho manos, transmitían las emociones de la época.
Aparecían artistas Ángela Peralta era “el ruiseñor mexicano”, y se creaba la sociedad filarmónica de santa Cecilia, fundada en Guadalajara y auspiciada por la colonia francesa. Otras dos fueron creadas también con el mismo nombre: una en Oaxaca y la otra en San Luis Potosí.
Miguel ríos Toledano recopila melodías populares mexicanas y las convierte en concierto con la obra “los sonecitos del país”.
Los Italianos fueron los que sembraron México desde 1831 con operas, ballet, zarzuelas, operetas entremeses y tonadillas, que ambientaron el país de entonces.
Se diluye en el ambiente “el concierto de Aranjuez”, y “para Elisa” de Beethoven matiza la conversación.
Fue por 1853 cuando Lerdo de Tejada, lanza un certamen para dotar al país de “un canto patriótico que adoptado por el supremo gobierno sea constantemente el Himno Nacional”.
Triunfó la composición literaria del poeta potosino, Francisco Gonzáles Bocanegra.
El trabajo número diez enviado concurso y premio por la música, lo ganó bajo el lema “Dios y libertad”, Jaime Nuno, músico Catalán.
A este si se le pagó el premio a Bocanegra no hasta años más tarde.
De los hijos predilectos de estas academias están: Juventino Rosas, nacido en santa cruz, Guanajuato, compositor y director de orquesta. Aún se escucha por ahí su vals “sobre las olas”.
El maestro Julián Carrillo, originario de Ahualulco, quién llego-traído por su madre- a San Luis en burro. Y quién mostró su arte estudiando en Alemania y Bélgica dónde aún es honrado todavía.
Fue candidato a recibir el nobel de física.
Manuel María Ponce es quién crea una obra musical basada en temas mexicanos, en su folklore combinando las piezas con el estilo romántico europeo de su época. “estrellita” es su obra mundialmente reconocida en todo el mundo. La cual no le dio un solo centavo, pues por negligencia jamás se registró la obra con el nombre del autor.
El circo y los teatros surgieron “el teatro de los gallos”, “la urraca ladrona”. Reemplazados por el teatro principal iniciado por Santa Anna.
Quién como ahora con las capsulas del tiempo, en ese momento fue una piedra hueca rellena de objetos, monedas, periódicos, almanaques y programas de la época. Dejó testimonio del momento.
Aparece la noche y se encienden las luces, mientras el Carmina Burana de Carl Orf, suena en el aire.
María Conesa “la gatita blanca”, Esperanza Iris, y Virginia Fábregas, movieron los corazones masculinos de la época. Mientras la primera sorprendía atreviéndose a tusar los bigotes de un general en el teatro.
Después viene con Porfirio Díaz la construcción del palacio de bellas artes, el cual costo 19 millones de pesos y cuyo telón de cristal tiene más de un millón de cristales de 2cm. cuadrados, que dan forma a una panorámica del Valle de México.
Obra inspirada en un trabajo del Dr. Atl, concebida por Granier, quién construyó la opera de parís. Y que fue ejecutado por la casa Tiffanys de Nueva York.
A algún incipiente discípulo del piano se le ocurrió enviar a un gran maestro sus obras para que las corrigiera, solicitando ponerle una cruz dónde hubiera fallas, la respuesta fue; que recibió de vuelta intacta sus partituras, con una nota que decía: “no quiero convertir su vocación en un cementerio”.
“The promise”, de la película “El piano” y “Para Elisa” de Beethoven, cerraron nuestra conversación. Afuera, terminaba de llover.
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