Espacio de Reflexión

Aseguran los medios de comunicacion que, Octubre. Fue el mes más sangriento en lo que va del año. Cuantas vidas se han perdido a causa de la violencia que se vive, realmente, no creo que nadie lo sepa, bien a bien.

Según lo que dicta la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y, las leyes que de ahí derivan, la protección de los ciudadanos es del Estado Mexicano, de donde se desprenden las diferentes policías, por cierto en el olvido social y con valor muchos de ellos y ellas y que, están encargadas de prevenir, disuadir y perseguir los delitos.

La verdad es que, la impunidad con la que se comenten los delitos y la disminución de las denuncias, dese hace mucho, son dos ingredientes que han sido los factores principales en el disparado y agudización de la comisión de todo tipo de delitos. La imaginación para cometerlos, no se detiene y menos con los avances en tecnología, permitiendo que las agresiones, sean de cualquier forma y modo.

Con ausencia de la autoridad y el cumplimiento de su deber en el olvido, es más difícil provocar un estado de derecho y seguridad, provocando todo lo que hemos sufrido en nuestra Patria. Eventos que se han soportado con o sin asombro, pero que han lastimado impasiblemente la vida de muchos mexicanos.

Llega entonces el asalto de varías preguntas. ¿Es el Estado Mexicano, o los Estados de la Federación y, los Municipios, sustentables en seguridad? ¿Son eficaces y eficientes en su tarea, en especial cuando se trata de cuidar la vida y el patrimonio de los ciudadanos? Parece que no.

Sufrir y ser víctima de la delincuencia, va siendo cada día más común y, nos hace ir perdiendo la capacidad de asombro. La población se cansa y se organiza para no seguir siendo blanco de los arteros crímenes que soporta y, ya no se quiere seguir siendo  víctimas. Este es un gran peligro para la sociedad, uno que de verdad nos pone en la antesala de enfrentarnos unos contra otros y, en peligro, cuando por cualquier cosa se pierde la vida.

Han pasado hechos penosos y lamentables, no sólo los de la semana pasada, cuando un justiciero mata a cuatro personas que asaltaron un autobús de pasajeros  pero además,  las damas que matan a golpes a un asaltante que se atrevió a entrar en la casa de sus víctimas, como si no fuera poco, había y, sigue habiendo linchamientos de personas presuntos delincuentes y violadores que, en el cansancio de la falta de justicia, las personas la toman en sus manos y se defienden como sea y sin medir las consecuencias, pues ante la sorpresa del ataque, es difícil contener y medir la defensa, ante quienes llevan la ventaja de sorprender y así, los delincuentes ponen en peligro la vida de los demás.

El resultado es que estos ejemplos empiezan a generalizarse entre la población, apelando a la defensa legítima, la misma que se torna discutible cuando por el peligro se pierde la vida de un delincuente que ha actuado con premeditación, ventaja y de forma alevosa; ante la amenaza de repeler proporcionalmente la agresión, se cae en la imposibilidad de hacerlo, pues cuando se es sorprendido la reacción no se hace esperar y la magnitud de la reacción no se puede medir, casi siempre. 

Una civilización no puede ser así, por el contrario, se tendría que vivir en paz pero, México tiene muchos años ya, que no es de esa manera. Hoy casi todos tenemos algún familiar o pariente que ha sido lastimado o, asesinado, pero también existe la desesperanza que, cuando un delincuente es atrapado, por cualquier cosa o falla en el proceso, sale libre y se vuelve a poner en peligro la vida de quién pudo atraparlo.

No cabe duda que las respuestas a la sustentavilidad, eficacia a y eficiencia, del gobierno en sus tres niveles está aún sin contestarse. Sin estar a favor de armar a la población, nace la exigencia de que las autoridades cumplen con su deber o cambien las condiciones en favor de los ciudadanos que ya son muchos despojados de sus pertenencias en el mejor de los casos y de sus vidas en el peor. 

jaimechalita@yahoo.com

@jaimechalita.