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Punto de Vista

Pedro Félix Gutiérrez Turrubiartes. | 20/10/2016 | 00:29

Octubre de luna esplendorosa y mística, invita a soñar, reflexionar y con la información acumulada que poseemos; disfrutar su naturaleza estética, viendo al conejo en posición fetal.

Y en esta magia simple, singular e inesperada del día, - me cuenta mi amiga Chilena- Matilda Verónica, mientras sus dedos dejan ir una mariposa, que: “todos éramos humanos  hasta que la raza nos desconectó, la religión nos separó, la política nos dividió y el dinero nos clasifico”.

Así pues tal vez tenía razón León Tolstoi, novelista ruso cuando señalo en una de  sus novelas, no recuerdo si fue en “Ana Karenina”; “La Guerra Y la paz”; “adolescencia”; o dónde expone sus ideas sobre la no violencia activa, “El reino de dios está en vosotros” que “Todo mundo piensa en cambiar al mundo, pero nadie piensa en cambiarse  a sí mismo”.

Y en este brete se impone en nuestra realidad contemporánea revisar uno de nuestros patrimonios intangibles: los valores, que a decir de las voces sociales han desaparecido en nuestra sociedad.

Grecia es la base de nuestra cultura occidental, y fueron Platón, Aristóteles y Sócrates, quienes nos dejaron la tarea de seguir pensando sobre la existencia de los seres humanos y las normas para vivir en equilibrio.

Los valores  decía Margarita- nuestra profesora de filosofía y ética- en la “prepa” nocturna son dinámicos y cambiantes, tienen una jerarquía que cada quién usa, y son subjetivos y objetivos según cada época. Siempre existen, nunca han desaparecido, solo que  no se aplican las más de las veces. Aunque todos son deseables y aspiración de norma social.

Solo que lo social urbanizado contemporáneo es en estos momentos  un reloj descompuesto. Y Ahora podríamos jugar con las ideas para ver tipos de valores: los eternos y universales como: libertad, bondad, justicia, igualdad, amor honradez, amistad paz.

O los de la democracia: libertad, igualdad, tolerancia pluralismo, equidad dialogo, justicia y participación.

Y los del capitalismo, doctrina económica dominante en este momento: productividad lucrativa, autoafirmación, eficiencia, competitividad, lucro y resultados no importa cómo.

Entonces sí que hay una crisis, una incertidumbre frente a estas disyuntivas, porque la aplicación de nuestra conciencia, perspectiva, modelo, aspiración se individualiza y mezcla de alguna manera en la vida cotidiana los tres modelos descritos y entonces surge el duende de las cosas.

“Solo acuérdate de transmitir lo más posible con las palabras menos necesarias”-“estoy aprendiendo maestro”- Estamos aprendiendo lo que ya casi nadie nos enseña. Pero a veces las palabras no me alcanzan para expresar todo lo que sentimos, frente a tanta angustia, tanto miedo social, tanta hambre y pobreza, neblina, bruma, frente a nuestros sorprendidos y desorbitados ojos.

En octubre, la cara oculta de la luna nos dice que en el reflejo traidor de la esperanza- que siempre muere al último-los estados anímicos y psicológicos del hombre de generosa voluntad pueden alentar la vida cotidiana. O como decía Chesterton, reconocido poeta, escritor y novelista inglés, “nunca perder la fascinación infantil frente al mundo”.

De ahí que contestando al interés supuesto de la desaparición de los valores y/o, su presencia en el yo de cada quien de acuerdo a su formación familiar y educativa vuelva a ser de interés colectivo su discusión cotidiana frente a tanta violencia y subordinación.

Por supuesto a David Hume, filósofo y economista escoces y sus tesis de valores morales. Que anecdóticamente recordamos a un cacique potosino, “la moral es un árbol que da moras”. Reconocer el cinismo de la abulia y la indiferencia y tomar nuestro patrimonio intangible como tema de conversación cotidiana, cómo quien habla sobre una pieza musical o una moda.

Y tal vez también quepa Nietzsche, filósofo y poeta Alemán no solo con sus valores morales sino sus tesis sobre los valores estéticos. La verdad y la belleza. El bien y el mal.

La ignorancia –ya se dijo más de una vez-, no sólo se mide por el nivel educativo que hemos alcanzado, se mide también por la capacidad para indagar sobre el mundo que nos rodea, conocernos a nosotros mismos, el lugar que habitamos y los problemas que enfrentamos.

Octavio Paz en sus propuestas relevantes y significativas del pensamiento contemporáneo, nos dice que “frente al desencanto de los tiempos que corren, dónde manda la técnica y el mercado, el ser humano está llamado a escuchar “la otra voz”. La del propio yo que es interioridad la de los demás que es fraternidad y la de la consciencia de la finitud”.


Ver y enseñar a ver para dejar atrás la infancia espiritual.@pedrofelixgutie.