Jueves 28 de Marzo de 2024 | San Luis Potosí, S.L.P.

Monosatírico

Alex Valencia | 15/10/2016 | 02:37

En estos días sigue llevándose a cabo la décimo sexta edición del Festival de San Luis y lo que más me llama la atención es ver como luego de más de tres lustros no ha logrado generar arraigo ya no digamos en el estado, ni siquiera en la capital potosina.

El evento, creado por Marcelo de los Santos en su periodo como alcalde, tuvo precisamente en los años  de sus mandato municipal y luego estatal su mejor momento, cuando parecía poder consolidarse como  un evento generador de arraigo entre los locales y un atractivo para habitantes de la región. No se trataba solamente de un asunto presupuestal, estuvieron también la calidad y balance de las actividades que presentaba el festival, aunque le faltó estrategia para la formación de público; la mera presentación de artistas que conjuntaban lo popular con la “alta cultura” no resultó suficiente y pese a la programación, a la altura de otros festivales nacionales con mayor proyección, no se consiguió establecerlo como una fuente de atracción turística.

El sexenio de Fernando Toranzo, con su pie de Atila que donde pisaba no volvía a crecer la hierba vino a echar por tierra el avance conseguido con una dirección del Festival cuya programación movía del enojo a la risa en la misma medida por su cariz populachero de fiesta patronal de parroquia pobre pero ostentosa. Y ni siquiera le sacaron raja política como los Gallardo, caray. Una cortedad de visión vergonzante.

El tercer turno frente a uno de los que se suponen primordiales eventos potosinos le corresponde al amante de la cultura Juan Manuel Carreras y al (por supuesto no iba a poner “su” en lugar de “al”) Secretario de Cultura Armando Herrera Silva. Pero son dos instancias distintas, mientras el gobernador sigue con el oído embelesado por el grupo Márquez y permite a su cabecilla, Enrique, embolsarse 150 mil pesos por “asesoría” de la Fiesta del Cine y no haya disponibilidad para comprobar y transparentar los 4.8 mdp que costó el mismo, estamos fritos; mientras Herrera Silva pelea por levantar un evento digno prácticamente pidiendo al fiado en tanto la Secretaría de Finanzas mantiene un asedio en contra de Secult y permite a Arturo Castillo inmiscuirse en el Festival con sus aires de macho alfa para cobrarse cuentas pendientes como líder del festival con los proveedores de luz y sonido al más puro estilo Capone.

La programación del festival que justo ahora corre tiene mucho contenido en calidad, tanto como le falta en nombres de artistas y eventos arrasa multitudes -sello de la anterior directiva, la cual llenaba la plaza con actividades culturalmente efímeras como La Trakalosa- y ni hablar de la difusión cuasi nula por parte de la absolutamente inoperante Dirección de Prensa de la propia Secult. Leo notas de medios resaltando la inasistencia de público a las actividades del festival, pero no encuentro a ninguno publicando las actividades del mismo para alentar al público a ir a los eventos. Las acciones de cultura no son lucro, tampoco materia para el periodismo amarillista, si no contribuyen, sinceramente mejor guarden silencio aunque este no venga pagado.

Están como los expertos opinólogos que saturaron las redes con comentarios y memes en torno a su incredulidad por el otorgamiento del Premio Nobel de literatura a Bob Dylan. Para esa subespecie la fórmula es fácil: No ha publicado libros (que si los tiene) + es un simple músico + sólo me se Like a Rolling Stone en wachawacha = ¡No mamen!

El rapsoda (no me voy a molestar en explicar el término) Bob Dylan reivindica la poesía lírica de la segunda mitad del siglo XX que rescata de Homero hasta Whitman y de ahí al propio Dylan –Thomas. ¡Ah, qué lata aclararlo!-; los Beats, los autores del realismo sucio, la generación del 68 en sus vertientes tanto sicodélica como social hasta llegar al propio Philip Roth, quien junto con Murakami y Kundera son autores en la antesala del Nobel. Todos ellos lo merecen. Pero los viejitos hípster de la Academia sueca disponen. Se aguantan.

Igual se deben aguantar los nobles diputados quienes usaron la tribuna recientemente para reprobar la actuación de Goebbels Vázquez, quien impúdicamente instaba a directivos de comunicación de las dependencias de gobierno para hacer un llamado a denostar el pulcro trabajo legislativo a través de un mensaje de whatssapp que hasta a mí me llegó.

Puedo dudar de la veracidad del mensaje tanto como no lo hago de la experiencia dejada por el Master Priennial Rodrigo Escalante: genio absoluto de la comunicación social, marketing político y webmaster, cuya impresionante currícula incluye haber sido vendedor telefónico de Domino’s cinco años, cajero de Costco por dos años y asistente de publirrelacionista en una tienda GAP  en Londres. Tuvo además la incuestionable deferencia de haber ido a la Facultad de Ciencias de Comunicación de la UASLP, la cual seguramente abandonó luego de legar su sapiencia para llevar al país adelante.

De febrero de 2014 a diciembre de 2015 se encargó de atender las necesidades de imagen de funcionarios de los cuatro niveles de gobierno (dipu Tekmol dixit) y sinceramente recordamos ese periodo como un oasis en que nuestras autoridades nos hicieron sentir en el paraíso. Y en el transcurso de 2016 ha sido asesor de estrategia digital del insigne amante de la cultura don Juan Manuel, quien ha sabido librar acertadamente los cuestionamientos en torno a inseguridad, feminicidios, Plan Estatal de Desarrollo, y otros temas espinosos con la infalible fórmula de “yonofuífueteté” mientras sigue sonriendo amable aunque el coraje le entuma.