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Punto de Vista

Pedro Félix Gutiérrez Turrubiartes | 14/10/2016 | 01:02

Si el tiempo es cíclico, y los fenómenos sociales también. Es muy estimulante poder observar en los espacios para el arte este razonamiento. Nuevamente esta en México la obra de Henry Marie Raymond de Toulouse-Lautrec.

Y la curadora de la obra que se presenta en el primer piso del palacio de las Bellas Artes es Sarah Suzuki, del departamento de dibujo e impresos del museo de la arte moderno de Nueva York.

Touluse-lautrec es un grabador, talentoso e innovador, cuyo origen aristocrático no le impidió recorrer los barrios bajos del París de entonces, las sórdidas tabernas de Montmartre – ahora jardín del arte-y los sitios de la época donde nacieron los café- concert.

Ahí situado en una colina con empinadas y pequeñas calles repletas de restaurantes, terrazas y pintores, en el XVIII distrito de París, pueden escucharse las pisadas y verse las sombras de Picasso o Van Gogh, quienes aquí buscaban inspiración.

“Bohemia de París, alegre, loca y gris de un tiempo ya pasado, en dónde en un desván, con traje de can-can, posabas para mí, y yo con devoción pintaba con pasión tu cuerpo fatigado. Hasta el amanecer, a veces sin comer u siempre sin dormir…”, evoca cantando Charles Aznavour.

Toulouse-Lautrec está identificado ahora como parte del movimiento post-impresionista, el cual buscó temas de la vida real para sus composiciones, usando también formas geométricas, abstractas de colores vivos y fuertes.

Su trascendencia es que gracias a él y a su decisión de abandonar su posición aristocrática sin dejar de cenar cada noche con su madre. Rehuyó el esnobismo de la “alta cultura” por el “entretenimiento populista”.

Y estas calles decadentes, con criminales, prostitutas, artistas y bohemios. Con cabarets y salones de baile que fueron sus foros y que con el retrato de esos momentos y personajes y su vida íntima y nocturna lo llevaron a la cúspide de la fama. En un retrato perdurable hasta nuestros días de un lugar y una época bucólica de naciente categoría urbana.

Ahora cualquier cosa puede ser llamada “populista” es una acusación que señala algo ilegal, corrupto, peligroso, demagógico. Así son etiquetados los países que no siguen las reglas del FMI. El término surgió a fines del siglo XIX en Rusia para describir movimientos políticos.

Una ola anti intelectualista de 1870 según la cual debe aprenderse del pueblo antes de erigirse en sus guías. 

Sin aparente conexión surge en USA en 1891, para referirse al partido del pueblo que era apoyado por los  granjeros pobres.

El peronismo en Argentina, el Varguismo en Brasil o el Cardenismo en México y aún a Obama y Hilary se les ha acusado de ser “populistas”. Así pues el término se ha convertido en un arma ideológica para desacreditar todo aquello que no sea amable con el empresariado, y el capital libre y abierto.

“¡Ah, yo querría ver sobre esta tierra a la mujer que tenga un amante que sea más horrible que yo!” exclamaba Toulouse-Lautrec. Y es que sus papas fueron primos hermanos, y él de adolecente se rompió las dos piernas, por eso no creció más allá de 1.50 mts y siempre usaba bastón.

Más de trescientas litografías retrató en su mundo, en circos, teatros, cabarets y salones de baile el París de 1896.Desarrollaba sus obsesiones que llamo “furias” y que podían ser cualquier cosa desde una técnica litográfica como el efecto “crachis” que es salpicar con el cepillo de dientes cargadas de tinta las cerdas, hasta una actriz de teatro o cabaret.

 En la exposición se muestra la analogía entre la influencia del arte japonés del s. XVIII, El ukio-e, de pájaros, líneas sueltas y simples. Que influyó también en las obras de Cezanne y Gauguin.

Muchos de sus bocetos fueron hechos en servilletas, el tema de la mujer está en la mayor parte de su obra. Empleadas, cortesanas, artistas, coristas, prostitutas, muchas amigas lesbianas que le querían y trataban con calidez “ Una modelo profesional está hueca…estas de acá ¡viven¡…Así que piernas al aire multiplicadas por los espejos, encajes, medias y sedas mientras las torres de Notre dame asaltaban los cielos de París.

La segunda revolución industrial estaba en pleno apogeo, la radio, el cinematógrafo, la locomotora y la anestesia, junto al teléfono la luz eléctrica, la bicicleta, los rayos X, el fonógrafo y la Coca-Cola.

Había surgido el comunismo de las primeras décadas y las obras de Marx y Engels se publicaron entre 1867 y 1894 los tres tomos. El art Noveau era el último estilo del S. XIX y el primero del XX.

Los salones de baile para la clase obrera y la alta burguesía, dónde fumar, beber y escuchar música en vivo eran los placeres en más de trescientos lugares de ese tipo en el París de 1896.

Así que seguramente Toulouse- Lautrec puede ser el iniciador del arte populista retratando el París más bohemio y extremo que ha existido, en dónde los artistas daban nuevas ideas inspiradas por la libertad y mostraban el alucinante espejo de la vida cotidiana.

El cartel puede ser un grito desde la pared, el arte urbano, el grafiti, conviviendo juntos en nuestra actual realidad y las innumerables oportunidades para los nuevos creadores y especialistas en el diseño y el cartel para mover las emociones, despertar conciencias o dar testimonios de nuestra época, ahí está el reto.
 Pfelix2000@hotmail.com