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Leopoldo Pacheco | 12/10/2016 | 02:32

En la jerga de Internet, un troll o trol describe a una persona que publica mensajes provocativos, irrelevantes o fuera de tema en una comunidad en línea, como un foro de discusión, sala de chat o blog, con la principal intención de provocar o molestar una respuesta emocional en los usuarios ...http://es.wikipedia.org/wiki/Troll_de_internet

Y es que la gran posibilidad de que cualquiera se convierta en informador o periodista desde la trinchera de las redes sociales, conllevan un riesgo necesario en este tipo de circunstancia, el riesgo más importante es la zozobra, el pánico y la in certidumbre que se crea en la sociedad y que los hace prisioneros en sus hogares.

El hablar del pánico que genera un rumor desde hace tiempo, mucho antes que existieran las redes sociales y el internet se había convertido en un verdadero problema para los gobiernos, a fin de desarticular trascendidos que afectaban la marcha de la sociedad.

Y no puede perderse de vista que la incertidumbre y la zozobra no para todos puede ser un problema, mucho menos para aquellos cuyo interés en que exista un desequilibrio resulta conveniente. Existe una teoría de caos y esta dicta de manera muy simple que hay quienes se benefician de las crisis y de los momentos de incertidumbre, dando como resultado que toda información falsa se convierta en un ariete político, según convenga.

En días recientes en diversos espacios de las redes sociales, ante situaciones que si fueron ciertas como algunos homicidios ocurridos en diversos puntos de la ciudad y el estado, e incluso la desaparición de personas del género femenino, resultaron ser un caldo de cultivo óptimo para poder, nuevamente de acurdo a este interés, generar este tipo de incertidumbre, “sólo porque sí” o tal vez porque así conviene a quienes pueden estar detrás de todo esto y de ello no se salvan ni siquiera los propios delincuentes que ya tienen capacidad de participar activamente en internet a través de los famosos troles.

Al tener anonimidad y una pérdida temporal de identidad, los troles tienen una capa que les permite comportarse como nunca lo harían en la vida cotidiana, ya que se pierden las regulaciones sociales y límites que se tienen en situaciones cara a cara o, para ponerlo en términos más llanos, cuando “la gente sabe dónde viven”. Las siguientes características son el resultado de esa liberación de comportamientos que llegan a ser maquiavélicos, psicópatas, sádicos o, si tal cosa es posible, alguna combinación de lo anterior. Hay troles que han admitido que hacen trolling como el resultado de estar pasando por situaciones personales frustrantes o episodios depresivos.

Pero en este escaparate de información que refiere el internet y las redes sociales, donde vemos diariamente una serie de fotografías, video, testimoniales, datos, que juran ser fidedignos y que en muchas ocasiones no lo son, está la masa inerme que siente temor por salir y hacer su vida cotidiana, ese momento decisivo donde la productividad disminuye, la gente ya no quiere salir por la noche, los inversionistas temen por sus negocios, toda esta situación que se convierte en una gran bola de nieve puede empezar con algo muy pequeño, como es este tipo de situaciones que se aprovechan para crear el clima de incertidumbre, que se convierte en un caldo de cultivo para que el miedo se alimente de sí mismo y la desinformación, por lo que sí es real y por lo que no, se pierda en un danza de datos y de información que lamentablemente se suscribe a lo que la gente le guste creer o no.

SI a usted, amigo lector, se le hace más cómodo o más convincente creer que en San Luis sólo falta que nos vengan a prender cirios por la situación delincuencial que ha ocurrido, no importará cuantas líneas o cifras o datos o declaraciones escuche sobre otra cosa que no le “llene el ojo”, como dicen por ahí. Porque en este caso sólo queda apostarle al criterio de la población, si es que verdaderamente siente que todos los días desaparecen más mujeres durante dos meses, que en toda la historia de nuestra entidad y porque no ocurre lo que paso en Ayotzinapa, donde a la fecha sus familiares siguen localizando a los 43 normalistas. Ese escenario es hoy objeto de marchas en las que participarán personas que no tiene a nadie extraviado, pero que se solidarizan por lo que leyeron en las redes sociales. Ese es el riesgo de creer en lo que no se sabe con certeza, pero que nos llena el corazón al momento de que es más cómodo buscar culpables que buscar respuestas.

HASTA LA PRÓXIMA.