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Monosatírico

Alex Valencia | 25/09/2016 | 12:56

El 23 de septiembre de 2016, el mandatario potosino Juan Manuel Carreras presentó con bombo, platillo y tambora su primer informe de gobierno; primero al Congreso del Estado, luego a sus selectos invitados y poco después, vía electrónica, al resto de los potosinos –los que cuentan con acceso a internet o viven en los 200 metros de radio de alcance por antenadel Canal 9, claro-. Al ámbito de Cultura dedicó apenas unas cuantas líneas en su discurso, reflejado en tiempo de lectura en apenas poco más de 20 segundos. Como especie de consuelo, en el informe escrito el rubro abarca 5 cuartillas, con todo e ilustraciones, gráficas y fotografías. Es lo que analizaré ahora.

De manera rimbombante, se comienza diciendo que durante su año de mandato se invirtieron 73.8 millones de pesos en cultura entre 1.3 millones de espectadores. Cada uno, entonces, costamos al erario, en promedio,  56 mil 769 pesos. Si esa misma inversión  la promediamos en cantidad de actividades, cada una de ellas tuvo un precio de 9,522.5 pesos. Baratísimo y muy costeable ¿no creen? Ok, desmarcamos la inversión en infraestructura de 15 espacios intervenidos, lo cual cambia los promedios a… ¡Ah caray! ¿Cómo?

Eso sin agregar que tal vez un 50 por ciento de los recursos presumidos estaban etiquetados desde la anterior administración y en esta sólo fueron ejecutados, además de que el posible restante va directamente a pasivos porque a estas fechas aún la Secretaría de Finanzas no ha otorgado los recursos directos de la Secretaría de Cultura.

En la segunda cuartilla me llama la atención el énfasis en la identidad cultural y los proyectos enfocados en las comunidades indígenas, puesto que esta área es precisamente en la cual se sostiene una demanda por omisión por la cual no se ha publicado luego de un año de gobierno el Plan Estatal de Desarrollo. Se incluye también una mención a la Semana de Cine Mexicano, auspiciada por el Instituto Mexicano de Cinematografía con una mínima aportación de los estados; es como si nos sintiéramos campeones de un torneo solamente porque compramos un boleto para entrar al estadio.

Se habla después de un tema muy delicado que podría ser incluso causa de controversia jurídica: se mencionan 32 Consejos Ciudadanos de Cultura, lo cual implica, de acuerdo a la Ley Estatal de Cultura, que en cada uno de los tantos municipios se realizaron reuniones abiertas donde se seleccionaron a los representantes de dichos consejos, situación de la cual no existe registro alguno; como no existe tampoco de la naciente Compañía Estatal de Danza Folklórica anunciada como logro en el informe; revísense los órganos informativos de cualquier índole tanto de Secult como de Gobierno del Estado para ver si encuentran algo al respecto.

En seguida se destaca mediante gráfica el incremento de festivales anunciados por Carreras en el informe, sólo que las cifras no cuadran pese a lo forzado de las mismas: pone en la categoría de “Reemprendido,s” el Festival de Decimistas y Versadores de Latinoamérica y el Caribe, retomado –por fortuna, digámoslo- por su creador, el actual Secretario de Cultura, Armando Herrera y no por otra cosa. Le siguen el Segundo Festival de Guitarra Real de Catorce, otra iniciativa loable y personal y la XXXVII Muestra Nacional de Teatro, una actividad que no es del estado y por tanto no puede tomarse como propia.

En el apartado “Actuales” se incluye el año dual México-Alemania, ni de lejos una iniciativa local: es efímero en tanto que sólo se celebra en un periodo determinado y por tanto es mañoso incluir en el conteo. Se encuentra también el misterioso Festival de Ópera en San Luis, del cual, como señalé en anteriores columnas, parece ser obra de dios, pues nadie se atribuye la responsabilidad de su organización, y un par de joyas: el Encuentro Internacional de Novela Negra y la Fiesta Internacional del Cine en San Luis Potosí, con los cuales queda demostrada –de muy desafortunada manera- la realidad de las riendas de la cultura en el estado: ambos (como muchas otras acciones) son obra directa de Enrique Márquez y su séquito de illuminatis, quienes controlan desde la comodidad de sus sillas en la CDMX los destinos de la cultura potosina filtrados por medio del Centro de las Artes. El asunto no estaría mal si de entrada Márquez hubiese aceptado ser Secretario de Cultura en lugar de hacerse el interesante y luego confabular sobre a quién poner en la silla para manejar todo desde lo oscuro, eso es hipocresía, y empaña a su propia loable trayectoria hasta antes de estos enredados enjuagues en los que ha involucrado a cuates, hijos y cercanos,haciendo como que no está presente. Por el bien del estado debería tener el valor de o asumir el cargo o dejar que Armando Herrera lo ejerza a plenitud. No hay medias tintas.

El resto del informe en su parte de cultura parece un relleno de cifras de exposiciones, actividades misceláneas y datos de gacetilla -que no lo son, pero en redacción así están puestos-. Entre ellos es curioso el débil intento de reivindicación respecto al absurdo revés que le impuso el gremio fotográfico cuando les hizo repetir –contraviniendo sus propios principios-  el concurso de fotografía del premio 20 de noviembre, acción premiada con palmas como la más representativa de lo que ha sido el (uf, apenas) primer año de la administración del autoproclamado amante de la cultura, Juan Manuel Carreras.