Jueves 25 de Abril de 2024 | San Luis Potosí, S.L.P.

¡DE PLANO!

Pedro Cervantes Roque | 17/08/2016 | 00:50

¿Qué pasaría en México si la CNTE transita de sus demandas educativas al planteamiento de un desafío al gobierno mediante la desobediencia a la ley y al orden indispensable en las amplias zonas que sufren los efectos de sus bloqueos?

Ha llegado el momento en el que nadie se ocupa de los contenidos y alcances de la reforma para centrarse en el espectáculo que ofrecen el gobierno federal y la organización disidente de profesores.

El periodo de supuestas negociaciones no superó ninguno de los puntos colocados sobre la mesa. Una versión difundida ayer en redes sociales así lo reconoce, pero advierte su temor por las reacciones del gobierno ante la continuación de los bloqueos como medida de presión del magisterio disidente.

El gobierno federal está obligado a seguir un protocolo que el presidente Enrique Peña Nieto asegura despunta con el diálogo. Si eso no es suficiente, también considera el uso de la fuerza pública para imponer el orden y el imperio de la Ley. Pero este podría ser un periodo largo y de resultados no calculados hasta hoy.

Si este conflicto se pudiera trasplantar a cualquier otro país, la percepción cambiaría radicalmente. En ninguna otra parte –salvo en nuestro país- podríamos juzgar como algo indebido la acción gubernamental para imponer el orden y aplicar la ley. No podemos hacer el papel de apoyadores del chaparrito del pleito. Ya sabemos cómo le irá, pero lo alentamos.

Más, cuando el pleito daña los intereses de una parte tan deprimida de la república y perjudica la operación industrial por el bloqueo al flujo de la distribución de diversos productos y materias primas.

La visión del conflicto no puede ser política. No está en juego ninguna ideología ni se discute otra cosa que no sea el futuro de nuestro país. Si la CNTE no está de acuerdo con la forma de la reforma pero admite su necesidad, podría considerarse que habría un punto de partida sólida. Se da el caso, sin embargo, que a las calles de nuestras ciudades y pueblos no trasciende la materia de discusión. El gobierno dice defender el sistema educativo para impedir privilegios a líderes acostumbrados a operarlo. La organización dice que lo planteado por el gobierno es de orden laboral, no de calidad educativa.

Trabados en la discusión, ni uno ni otra bajan la guardia, tampoco están dispuestos a modificar el centro de su posición. Así es difícil. El riesgo es que el conflicto alcance dimensiones que abran accesos a otros intereses, que aparezcan en el escenario personajes siempre dispuestos a sacar provecho de donde no deben. Incluso ser pretexto para acciones violentas siempre indeseables.

Si los maestros de la CNTE exceden los límites de su conflicto y desafían al gobierno con sus bloqueos y desórdenes en la vía pública, no dejarán otra salida que la represión sustentada en la ley y –a los mexicanos- nos habrán dado la oportunidad de ver si son ciertos todos los avances que colocan a México en las condiciones de privilegio que presumen sus gobernantes.

¡De Plano!

 

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