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Overdrive

Jorge Aguillón Rodríguez | 17/07/2016 | 12:47

Puede resultar normal encontrar un vinculo complejo y difícil de explicar entre alguna persona y una obra de arte. Al final esto cobra sentido ya que al final de cuentas todo se remite a lo mismo. Sentimientos reflejados en un lenguaje especial.

Hay quienes pueden ver sus vidas reflejadas en una película. Cada detalle les hace recordar momentos específicos y por mas fantasiosas que estas puedan ser existe la posibilidad de identificarse a tal grado que algunos individuos pueden decir “es como si fuera la historia de mi vida”.

A mi me ha pasado. Cuando descubrí por primera vez la película Almost Famous de Cameron Crowe, vi reflejado el sueño de mi carrera. Incluso con lo fantasioso del tema. Seamos honestos, difícilmente podré viajar a los 70´s y documentar una gira de Pink Floyd o Led Zeppellin. Aun así nadie impide que la imaginación vuele.

Lo mismo ocurre cuando pasas horas observando una pintura. Esa sensación en la que tus ojos pueden perder en un horizonte plasmado en un trozo de tela. Incluso cuando la obra solo ofrezca texturas y colores sin alguna forma aparente puede haber una tremenda conexión que hace que no puedas dejar de mirar. Cosas como estas explican por que no resulta extraño que un cuadro de Pollock resulte tan complejo y simple a la vez.

Cuando pude ver mi pintura favorita, Nighthawks de Edward Hopper, me parecía increíble el tamaño del cuadro. Acostumbrado a ver copias digitales me había hecho a la idea de encontrar un cuadro pequeño. Pero esta obra es bastante grande. Al estar frente a ella me inundó una nostalgia sin sentido. Era posible ver cada detalle que dejó el pincel y con el daba la sensación de ser una puerta abierta para meterse al lienzo y hacerte participe de la solitaria y decadente escena.

Cuando descubrí la música pude entender lo que significan muchas sensaciones. El poder que puede tener una canción y el poder que tiene el simple hecho de estar presente mientras un artista comparte su trabajo. En vivo o en un disco. El lenguaje de la música aterriza tantas cosas como ningún otro. Así ha sido cuando menos para mi.
 
Hablar de vínculos con alguna obra de arte se resume simplemente a una relación que viaja de ida y vuelta gracias al flujo de sensaciones. Todo tiene que ver en la conexión humana que genera una creación. Sea como sea, el principal elemento humano se oculta bajo un aparente pretexto al que mucho llamamos inspiración.

En resumidas cuentas, lo que ayuda a que generemos un lazo con cualquier obra artística, por simple o compleja que esta resulte, yace oculto en el factor humano. De un simple sentimiento, de un simple recuerdo o una experiencia puede nacer algo que en algún momento puede ser considerado arte por otros.