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Editorial

Plano Informativo | 09/07/2016 | 00:40

La administración del Hospital Central Ignacio Morones Prieto hace públicos sus quebrantos financieros buscando que desde la Federación les bajen más recursos para ponerse al día con sus adeudos, sin embargo este año ha sido diferente. La queja ahí está... pero también están sobre la mesa las omisiones que están llevando al hospital regional hacia una muerte segura.
 
Desde el interior del sindicato del hospital saltó la información de que se han dejado de comprar insumos y materiales que son indispensables para el tratamiento de los pacientes.
 
Hasta ahora las quejas más graves estaban fincadas en las economías que la administración hacía en la contratación de personal y en cuestiones administrativas. Hoy es diferente porque sabemos que el Hospital Escuela, la insignia del Sector Salud del Estado, ha dejado de adquirir insumos y materiales que se reflejan en la pobre atención que se está brindando a quienes buscan en esa institución un alivio a sus enfermedades.
 
Promesas de que los recursos serán gestionados y empezarán a fluir para atender las necesidades más urgentes y llevar a cabo la ampliación que tanta falta le hace al Morones Prieto no resuelven en lo inmediato las dificultades y mucho menos aportan algo a la atención que se ha dejado de dar a los pacientes.
 
Promisoria  resulta la propuesta de Lucía Nava Piña, vicepresidenta de la comisión legislativa de salud y asistencia social, de llamar a comparecer al director del Hospital Central, Francisco Alcocer Gouyonnet, para que explique con peras y manzanas las razones por las que el hospital escuela se encuentra en tan grave situación de crisis de unos meses a la fecha  y  conocer las medidas que se están tomando en caso de existir para solventar la situación.
 
La petición es clara: que se nos presenten propuestas reales y un diagnóstico detallado del estado en el que está trabajando el Hospital Central, al margen de cifras alegres.
 
Pero eso no resuelve los problemas más inmediatos y que ya dejaron al descubierto los trabajadores sindicalizados: no hay material ni insumos para atender a todos los pacientes.
 
El Hospital Central Ignacio Morones Prieto, baluarte en cirugías especializadas como los trasplantes, lo han convertido  en una chatarra sin que se vea la mano creativa de su administrador tratando de obtener recursos propios para paliar la grave crisis que enfrenta
 
TAXI Vs UBER....SOBRE ADVERTENCIA NO HAY ENGAÑO...
 
Lo habían anunciado. Desde enero, cuando se supo que Uber planeaba iniciar operaciones en la capital potosina, los concesionarios de taxis y sus choferes advirtieron que si se dejaba que entrara esta compañía a la ciudad, habría violencia porque ellos no estaban dispuestos a dejar que les robaran el pasaje sin oponer resistencia.
 
Hoy todas las organizaciones se deslindan de los choferes que tundieron a los empleados de Uber la madrugada del jueves y quemaron una camioneta, presuntamente también de Uber, la madrugada de este viernes.
 
Los choferes están por su cuenta, pero hoy las organizaciones y concesionarios los sueltan ya enardecidos y encarrerados en la espiral de violencia que comenzó siendo verbal pero que hizo crisis afuera del Hospital Central.
 
Debe haber castigo, sí, pero también para los autores intelectuales de estos hechos.
Hoy no basta con que digan que ellos no estaba ahí, porque han tenido seis meses alimentando el rencor de los choferes.
Fueron 6 meses en los que los legisladores tampoco hicieron su trabajo para brindarle seguridad jurídica a esta empresa, así como tampoco la Secretaría de Comunicaciones y Transportes dio importancia a la violencia que se gestaba en señalamientos y hostilidades verbales.
La sangre llegó al río y hoy nadie quiere hacerse responsable.
MA. GUADALUPE GONZÁLEZ MOCTEZUMA