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Editorial

Plano Informativo | 07/07/2016 | 22:57

Por años, el Hospital Central Ignacio Morones Prieto ha sido refugio para aquellos potosinos que, carentes de seguridad social, ven afectada su salud por razones de enfermedad o accidente y el nosocomio siempre han tenido una respuesta solidaria, humana, plena de consideración y sensibilidad.
 
Esto ha cambiado. En los últimos años el Hospital Ignacio Morones Prieto se ha incorporado al negocio de la salud, con cuotas que igualan a las de muchos hospitales particulares y ya ni la oficina de Trabajo Social puede ayudar a los desamparados que acuden por ayuda.
 
Pero no es sólo que se elevaran las tarifas, acción que es comprensible, sino que también han dejado de prestar una serie de servicios que eran emblema de la institución que se ha vanagloriado durante muchos años de ser un hospital escuela.
 
El ejemplo más claro es el servicio de hemodiálisis, por el cual acudían cientos de enfermos cada semana no sólo de San Luis Potosí sino de municipios de Zacatecas, Guanajuato, Querétaro, y siempre encontraron las puertas abiertas en el Morones Prieto.
 
NO SE EXPLICA...
Lo que resulta incomprensible hoy es que se reduzcan los servicios de especialidades, reduciendo también el monto de sus ingresos, pero aumentando la deuda del hospital desde el pago al personal que labora por honorarios hasta el pago de proveedores que están en lista de espera desde hace muchos, demasiados meses.
 
El anuncio hecho por el titular de la Secretaría de Salud federal, José Ramón Narro Robles, de que se ampliarán las instalaciones del Morones Prieto, que se construirá la Torre Médica, en fin, que la Federación invertirá una suma sin precedentes para rescatar al emblemático hospital escuela sorprende más por las políticas de restricción aplicadas por la administración del hospital, que por la decisión federal de meterle más recursos al estado, ahora en Salud.
 
Y es que no se termina de entender que la administración, lejos de estar buscando allegarse recursos propios, esté dejando en el abandono a los pacientes que durante años se han atendido en sus instalaciones y que simplemente extienda la mano para ver qué le cae desde la Federación.
 
Lo que sí se entiende es el interés de la Federación por rehabilitar el Hospital Central cuando todo en San Luis Potosí se prepara para el boom industrial que está en gestación, por lo que la necesidad de un Hospital insignia que sea punta de lanza en avances tecnológicos y servicios, que sea capaz de encabezar el Sistema Universal de Salud en el estado y pasarle por encima a instituciones como el Instituto Mexicano del Seguro Social y el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) se establece más como una urgencia de la administración federal que como un apoyo de buena voluntad para el estado.
 
Esto confirmaría la incongruencia de la actual administración del hospital regional que, bajando los brazos, ha decidido esperar a que los recursos le lleguen desde el cielo de la Federación para resolver sus múltiples problemas sin tener que reducir los salarios de los directivos de primer nivel para ponerse al corriente con lo que deben.
 
MA. GUADALUPE GONZÁLEZ MOCTEZUMA