Viernes 29 de Marzo de 2024 | San Luis Potosí, S.L.P.

¡DE PLANO!

Pedro Cervantes Roque | 16/06/2016 | 00:32

¿Qué gana uno –me pregunto- con desgastarse al señalar lo que los gobernantes deben hacer y no hacen?

Una transformación impertinente ocurre en la personalidad de los sujetos que asumen el poder –sea del nivel que sea y tenga el carácter que tenga- a partir del momento que asientan su humanidad en la acojinada silla que les toca. No aceptan que ni sus parientes más cercanos dispongan lo que es, para ellos, el don divino de mandar.

Acaba de entregarse el Premio Estatal de Periodismo en sus 13 modalidades y la oratoria en la tribuna adujo que la influencia de la información periodística y la convicción de la opinión expresada con libertad es una especie de raya pintada en el piso para guiar los pasos del poder tanto en el estado como en los municipios. Bien sabemos que la única referencia que significan la información y la opinión de los periodistas es útil para los círculos concéntricos que rodean al gobernante a donde vaya, las 24 horas del día.

La traducción gubernamental a la presencia de la prensa –escrita, oral, visual- coloca siempre en el plano de fondo las figuras de los individuos inconformes que murmullan al oído de los periodistas aquellos asuntos que desean colocar en el zapato del gobernante a manera de piedra hiriente y molesta.

Y qué tiene de singular que esto tenga escenario en nuestras tierras. Quizá la singularidad no sea notable al sentido olfativo de los periodistas ansiosos de descubrir, siempre, información que alimente sus noticias a presentar en las mesas de redacción correspondientes. ¿Nosotros podemos ser manipulados?

Un alto porcentaje de los informes y comentarios que encuentran sitio en los medios impresos, en los noticieros de la radio o la televisión y, ahora, en los portales de la internet, provienen de versiones “oficiales” o boletines que respaldan la “veracidad” de la información pero no constituyen certificados de validez que superen todas las pruebas que la confianza del receptor reclama a la prensa.

Podría pensarse que el periodismo que se ejerció hace medio siglo en San Luis tuvo mayores méritos por el hecho de que entonces no hubo boletines a la mano del reportero. Tampoco las ruedas de prensa eran cotidianas. Había que esculcar en el conocimiento de los funcionarios para encontrar datos, cifras, opiniones, etcétera, para ofrecer noticias, comentarios, que ilustraran con seriedad y confianza al lector, al radioescucha.

Hoy, no obstante la cantidad de información que circula por la internet y la excesiva recepción de informaciones, audios, videos y fotografías que son enviados por las oficinas de “comunicación social”, la ilustración seria y confiable de los periodistas a sus lectores, radio escuchas o televidentes sigue siendo un asunto que se discierne en la capacidad profesional de reportero, columnistas, fotógrafos y de todos quienes intervienen en la confección de los “medios de comunicación masiva”.

El Premio Estatal de Periodismo es –debe ser- un tema a dilucidar entre periodistas. Lo monetario puede desaparecer pero lo meritorio no. Calificar a los pares nunca será tarea fácil. No permitamos que los exámenes de conciencia a que nos sujetamos cada año, se contaminen con la interesada y no siempre útil intervención ajena.

¡DE PLANO!