Jueves 25 de Abril de 2024 | San Luis Potosí, S.L.P.

Extraños Tiempos

Hugo Laussín | 10/06/2016 | 00:39

Hablar de protección al ambiente en San Luis Potosí, es hablar también de históricas omisiones oficiales y ciudadanas.  De a poco (o ya de a mucho) se está viviendo en la entidad el resultado de cientos de años de valemadrismo y desconocimiento sobre lo que nos rodea y que aunque no lo queramos aceptar, nos protege.
 
La aún majestuosa Sierra de Álvarez, es uno de los pulmones más grandes que tenemos en la ciudad y que está siendo víctima de saqueos por sus maderas y por sus bienes naturales, llevándose entre los pies la flora y fauna de la zona que por más que se cacaré, no podrá ser repuesta en muchos años.
 
Tenemos una empresa calera, extranjera para variar, a la que se le dieron permisos por años, muchos años, para explotar la zona, permisos que sin pensarle demasiado, acabaron en bolsillos oficiales de los que nada se sabe, por bueno, no hay que ser un genio para saber que en esos trances la tranza es esencial para el teje y maneje.
 
Actualmente, las dependencias encargadas del cuidado del medio ambiente, se hacen de bolas engrudo tirando la pelotita de aquí para allá sin saber realmente si la zona será verdaderamente protegida, o se espera acabar como Cerro de San Pedro, sin cerro ni santo que les haya hecho el milagro de no ser destruido por otra extranjera empresa.
 
Más para acá, al desierto potosino, la intención de un vertedero, confinamiento o tiradero, que al caso es lo mismo, ahí en Santo domingo, pone los pelos de punta a los activistas y pobladores por el riesgo que supone la inclusión de material que simplemente es dañino, así, sin más y sin menos.
Con argucias del viejo oeste, presuntamente se falsifican firmas y se compran conciencias para obtener permisos que a la larga y a la corta, sirven para iniciar la contaminación de la zona.
 
La reunión de pobladores, diputados (muy poquitos) y cabezas legales de la empresa CITSU, no logró más que evidenciar el dolor y la rabia de los que se verán afectados de inmediato y las excusas super tecnológicas de la empresa que asegura que ni una hecatombe podrá dañar lo bien que estará preparado el tiradero para evitar contaminaciones.
 
Lo mismo dijeron de Minera San Xavier, Metalclad, Cal Química y muchas otras que vienen, joden, cobran y se van.
 
Pero más allá de las empresas contaminantes que tenemos y las autoridades complacientes que les aplauden, tenemos y somos, una sociedad a la que sencillamente le importa un pepino si nos acabamos lo que tenemos.
 
Hay activismo, desde luego, de conciencias preocupadas por el aire, agua y tierra que consumimos, eso no se puede negar y sus luchas han sido fuertes y complicadas, lamentablemente, algunas finalmente manchadas por partidos que se unen así, de buenas a primeras, a la lucha social y consiente.
 
Pero vamos, los partidos políticos nunca han sido un ejemplo de imparcialidad y bondad como para asustarnos, a fin de cuentas, los verdaderos activistas, esos que casi no se ven ni se oyen en los medios, luchan contra todo a pesar de todo.
 
Tenemos a algunos que han demandado incluso, por la mala calidad del aire en la ciudad y de ello, las autoridades han guardado un cómodo silencio, en su caso, la Segam para variar, se lava las manitas.
 
¿Pero como ciudadanos que hacemos? Poco. Esa es la realidad, seguimos aferrados a los autos que aunque de verdad necesarios para muchísimas personas, para otras es una cómoda extensión del ego, la fiesta y la imprudencia.
 
Del cochinero del aire, ni hablar, empresas, empresitas y empresotas arrojan sus humos a diestra y siniestra sin que alguna autoridad grande o pequeña repele aunque sea, todo sea por el bienestar económico, dirán los que ganan.
 
Así las cosas, en San Luis nos comemos el ambiente, los árboles, los cerros, los animales, la flora y hasta jugamos a ver cuánto aguantamos con agua de mala calidad, sin que eso nos haga repelar la conciencia.
 
En lo privado, así, cerquita, usted y yo podemos iniciar desde hoy un cambio que crezca, hay que volvernos responsables de nuestra basura, de nuestro uso del automóvil, de nuestro uso de la energía, vaya, con sembrar flores en macetas estaremos ayudando pues (ya casi no hay abejas ¿lo ha notado?)
 
Ya jugamos por generaciones a sentirnos superiores, ahora, cuando la realidad del cambio climático nos alcanzó con su calor, su frio y su radiación, no es hora de hacer memes ni chistes, sino de actuar porque detrás de nosotros vienen pequeños humanos a los que lamentablemente, les vamos a dejar un desorden, al menos podríamos dejarles instrucciones de no ser así, tan valemadristas, como nosotros.