Jueves 28 de Marzo de 2024 | San Luis Potosí, S.L.P.

Editorial

Plano Informativo | 10/06/2016 | 00:28

Cualquiera hubiera pensado que luego de tanto alarde y bravuconada, Sergio Desfassiux Cabello le haría mejor frente a los taxistas que trataron (y lograron) intimidarlo al medio día de este jueves, impidiéndole entrar al edificio del Congreso del Estado.
 
Barato le salió al diputado perredista el juego en el que involucró a los trabajadores del volante y que en aras de su propia popularidad, manipuló sin tener realmente la intensión de cumplir alguno de los ofrecimientos que les hizo.
 
Ser una celebridad y liderar las redes sociales no es tan fácil y cómodo cuando tienes que salir a la vida real, donde las promesas requieren una satisfacción y no puedes simplemente volver la cara para no ver ni oír los reclamos de la gente que vas defraudando a tu paso.
 
En otros tiempos, con líderes más broncos, Sergio Desfassiux no hubiera salido sólo con huevazos, acción que hoy debe reconocérsele a los taxistas: no dejaron que la violencia se les fuera de las manos.
 
Fue un susto y una muestra de lo que puede llegar a provocar la irresponsabilidad de un ciudadano que no tiene claro cuál es el trabajo real de un legislador y que por lo mismo no tiene el menor empacho en jugar a dos bandas, mirando por sus intereses y su popularidad antes que por los intereses de los ciudadanos que tuvieron a bien llevarlo hasta la curul que hoy ocupa en el Congreso del Estado.
 
LA BURLA Y EL INSULTO...
Hoy, después de que entre pucheros el diputado Desfassiux Cabello reclamaba que no hubo un solo policía mientras era amedrentado por los taxistas, debería tomarse unos minutos para analizar que lo ocurrido es consecuencia de su doble juego.
 
Tal vez unos minutos de reflexión le ayuden a ver desde una óptica diferentes (la de los taxistas o la sociedad civil) cómo su juego se ha ido convirtiendo en traiciones y sus promesas en burlas.
 
Porque desde la óptima más neutral, la postura de Sergio Desfassiux es una burla. Las soluciones que ofreció jamás tuvieron un fundamento real y evidentemente jamás tuvo intensión de dejar fuera de San Luis Potosí a Uber. Y en ese desarrollo de pensamiento, podríamos incluso creer que la relación con los taxistas fue parte de una estrategia de distracción mientras lograba los apoyos que su iniciativa requiere para pasar en el pleno legislativo.
 
¿Truculento? No... más bien parece una actitud oportunista que carece de una motivación honesta y un propósito verdadero de beneficiar a los trabajadores del volante que, al menos por ahora, se llevó al baile sin escrúpulo alguno.
 
Ante este panorama, la actitud de los taxistas es comprensible.
 
Sin embargo, los diputados salieron en falso y eso puede repercutir en la credibilidad que apenas están recuperando los legisladores potosinos.
Así entonces, el juego del perredista está costando mucho más que lo que pretendía obtener de beneficios.
FRANCISCO JAVIER ROSALES HERNÁNDEZ