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Forma y Fondo

Jorge Armendáriz Gallardo | 29/04/2016 | 09:42

La propuesta del instituto mexicano de la competitividad IMCO que en las pasadas elecciones del año 2015 buscaba obligar a los todos los candidatos a presentar como parte de su propuesta de trasparencia, el trio de declaraciones 3 de 3: Declaración Patrimonial, Declaración Fiscal y Declaración de Intereses, paso de ser un dolor de cabeza para los candidatos que obscuros escondían la vergüenza de sus injustificables fortunas, para convertirse ahora en la pesadilla de los partidos políticos que se constituyen como las universidades de la corrupción.

Y es que la propuesta de exigir a los antes candidatos y ahora gobernantes estas 3 declaraciones no fue algo improvisado, si no que resultó de una concienzuda reflexión de las posibilidades que los ciudadanos tienen contra el enorme “monstruo” del Sistema Político Mexicano y de los partidos políticos (que para este caso es lo mismo) donde habían sido inútiles los reclamos de exigencia de transparencia y honestidad en una estructura que se mantiene en gran manera por la aspiración de convertirse en un graduado, maestro o doctorado del corrupto sistemas Político de nuestro país.

El momento más oportuno para solicitar estos documentos era sin duda, el tiempo de la campaña electoral, donde además de ser el de más apertura ( o el único) hacia las solicitudes de los votantes, es también uno donde la soberbia es dejada en el armario por un momento, para ser colocada nuevamente al acceder al poder y de manera cínica comenzar una “forma de gobierno” que escucha menos de lo que habla.

Los parámetros oficiales o en los que es posible detectar uno de los síntomas de la “corrupción” desbordada, es sin duda en la declaración patrimonial, como dice el dicho “El amor y el dinero no se pueden ocultar” porque la mayor parte de los funcionarios o representantes públicos exhiben su “nueva vida” de lujos y excesos de manera cínica e incluso lo hacen de una forma de marcar su “estilo de  vida” en la cultura de enviar un mensaje de merecimiento por el enorme “esfuerzo, trabajo y sacrificio” realizado en la función pública.

La declaración fiscal como la muestra más justa de indicar que son ciudadanos que van al corriente con los impuestos, ya sea como personas físicas o como socios en la participación de sus empresas, sin duda una muestra de comunicar el orden que como funcionarios tendrán a bien llevar en sus encomiendas que son totalmente administrativas.

La declaración de intereses, para de un inicio mencionar quienes son sus cercanos y cuáles serían los riesgos de ser tentados por la posibilidad de hacer negocios, pedir “mocadas” o beneficias a sus “compadres” en las compras o servicios en su alcance o en el de sus subordinados, esta práctica es una de las más recurrentes en la corrupción, misma que convierte cada 3 o 6 años a los “nuevos ricos” de la cuadra, ya sea en el interés propio o en el de terceros.

Estos 3 parámetros solicitados en el momentos más “débil” de la Carrera Política y más aún ahora que se presentó como iniciativa al Congreso de la Unión y que busca que se convierta en Ley, ser convertiría en un freno para quienes como mencionamos aspiran a ser como la Familia Salinas que vivió, vive y vivirá del Sistema Político de manera opulenta e ilimitada, obteniendo dinero y poder en un mimo lugar.

Es vergonzoso que muchas generaciones de jóvenes aspiren ahora a vivir de lujos y excesos provenientes del servicio púbico, con la complicidad de los partidos políticos (Universidades de la Corrupción) y las instituciones coludidas con estos para ocultar cualquier “pecado” de alguno de sus pupilos en crecimiento.

Perfiles como Tomas Yarrignton, Ulises Ruiz, Mario Marín Precioso o Fidel Herrera sirven de modelo de inspiración para que los jóvenes luchen buscar un lugar como “servidores” y futuros millonarios.

Muy seguro es que la iniciativa de Ley 3 de 3 no prospere, porque lleva intrínseco el ataque al enriquecimiento de sus titulares, interés máximo que transita por encima de los principios de los partidos políticos, ni de las políticas de transparencia de ninguna dependencia pública.

Es muy posible que al representar la ley 3 de 3 un obstáculo para llegar a feliz término los proyectos de ser inmensamente ricos de los “políticos” nos quedemos sin ningún interesado en querer trabajar por amor a su país, por su estado o por su ciudad, viendo en un sueldo limitado, limitadas también todas sus posibilidades de riqueza y teniendo al escrutinio público como límite de sus “obscuras aspiraciones”.

Este sería el fin de Nuestro generoso sistema político que incluso ha llegado ahora a segundas o terceras generaciones de júniores del poder, que hoy despachan en las secretarias de estado en cobro a las deudas políticas y electorales de sus amados padres.

 

  

Jorge Armendáriz Gallardo

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