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Pasarela Política

Filiberto Juárez Córdoba | 10/04/2016 | 01:20

La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos. Don Quijote de la Mancha

Un desglose etimológico elemental de la palabra autonomía nos llevaría a los vocablos, de origen griego, autos en el significado de por sí mismo; nomos, regla, y el sufijo ía, acción o cualidad. Así tendríamos que autonomía es la facultad de darse reglas por sí mismo, o a sí mismo. El Diccionario de la Lengua Española, edición del tricentenario de la Real Academia Española, define la autonomía en varias acepciones: 1. f. Potestad que dentro de un Estado tienen municipios, provincias, regiones u otras entidades, para regirse mediante normas y órganos de gobierno propios. 2. f. Condición de quien, para ciertas cosas, no depende de nadie. 3. f. En España, comunidad autónoma. 4. f. Máximo recorrido que puede efectuar un vehículo sin repostar. 5. f. Tiempo máximo que puede funcionar un aparato sin repostar o recargarse. También define el concepto Autonomía de la voluntad, como: 1. f. Der. Capacidad de los sujetos de derecho para establecer reglas de conducta para sí mismos y en sus relaciones con los demás dentro de los límites que la ley señala.

En todos los casos el significado de autonomía llevan implícitos los conceptos de independencia y libertad. La libertad de normarse sin depender de ninguna otra fuerza que no sea la propia o interior. La autonomía es muy necesaria como figura jurídica o de derecho, porque garantiza a algunas colectividades el cumplimiento de sus fines sustanciales. En el caso de las comunidades culturales de investigación y de enseñanza, que son las universidades en uno de sus conceptos más amplios, la autonomía garantiza poder incursionar en todas las áreas del conocimiento, ejercer la critica y la valoración de los fenómenos sociales, en el escrutinio del estudio para proponer mejores modelos de desarrollo social, científico y tecnológico, sin estar supeditadas a los proyectos o conveniencias de los grupos de poder, sea político, económico, religioso o de cualquier otra índole. Ejercer la enseñanza como motor para que el hombre sea mejor hombre, de acuerdo a su libre albedrío, y no un sujeto preparado para ser manipulado o manejado por intereses ajenos a su voluntad.

La autonomía universitaria surge como un esfuerzo para que el conocimiento no estuviera sujeto a los fanatismos ni su enseñanza fuera algo excluyente, racionado y manejado por los movimientos políticos. Las primeras referencias de esa condición de auto normarse  se encuentran en las universidades de los siglo XI al XIII, cuando la educación pasó de los monasterios a ellas. En esos años, las Universidades de Bolonia, París, Oxford, Salamanca y Cambridge, se organizaron sobre principios de autonomía. La idea de autonomía universitaria fue llevada por España a sus universidades coloniales en América.

En San Luis Potosí la autonomía universitaria se implantó en el siglo XX, en el año de 1923 para ser exactos, cuando el gobernador, Rafael Nieto Compean, decidió convertir el Instituto Científico y Literario en Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Sobre todo para poner a la educación superior que en ese lugar se impartía a salvo de los movimientos políticos que se vivían.  

De entonces a la fecha muchas etapas ha vivido la Universidad Autónoma y muchos conflictos y amenazas ha superado, pero siempre su comunidad ha practicado y defendido el principio de la autonomía. En la década de los 80 del siglo pasado la Universidad vivió una crisis, derivada entre otras causas por el manejo de los grupos estudiantiles como fuerza de presión política. La muerte de un estudiante por la violencia y el vandalismo que caracterizaba a los movimientos universitarios, llevó a la renuncia del rector y a la elección del licenciado Alfonso Lastras Ramírez como su sustituto, en 1986, cargo que desempeñó hasta enero de 1995, cuando tuvo que retirarse por motivos de salud.

Desde el inicio de su rectorado la intención de Lastras Ramírez, que como político era considerado un hombre de mano recia, fue el de reencauzar a la casa de estudios, haciendo que los estudiantes dejaran el activismo político y se concentraran en las labores naturales de su formación profesional. En su papel tuvo que tomar decisiones drásticas, que incluyeron sanciones para algunos dirigentes y la supresión de las preparatorias, para concentrar los esfuerzos en la educación superior. Si bien es cierto que el bachillerato había sido el primer grado académico que otorgaban las universidades, para esas fechas ya se afianzaba la reclasificación de ese nivel como educación media superior y la Secretaría de Educación Pública estaba asumiendo su impartición, creando sistemas como el Colegio de Bachilleres, los Centros de Bachillerato Tecnológico, Industrial y de Servicios, y otros, por lo que las universidades podían, como cuando dejaron de impartir la secundaria, hacerlas a un lado para concentrarse en las puras licenciaturas y posgrados.

Aparte de que tuvo valor para tomar decisiones difíciles y controvertidas, Lastras Ramírez, también tuvo visión para fortalecer la estructura universitaria, a Jaime Valle Méndez, ingeniero con mucha influencia en un grupo al que se conocía como Los Duros, por lo irreductible de sus posiciones y por su exigencia de cambiar los esquemas de participación estudiantil, lo nombró secretario general de la Universidad. Lastras en lo político y Valle en el manejo de la vida interna, lograron estabilizar la institución y proyectar su desarrollo bajo otras perspectivas. Lastras concluyó el período de José de Jesús Rodríguez, fue electo para el siguiente y, de acuerdo a los estatutos obtuvo la reelección. Antes de concluir su segundo período se dio su retiro por enfermedad. Para suplirlo se nombró rector a Jaime Valle Méndez.

El ingeniero conocía bien los planes y proyectos institucionales y tenía su propia visión de lo que debía hacerse, al iniciar sus funciones nombró secretario general a quien había sido colaborador cercano, tanto de Lastras como de él, a Mario García Valdez. Al concluir su interinato fue electo rector para un período propio y luego reelecto. García Valdez se convirtió en su principal apoyo y operador, ya con una Universidad digamos pacificada, el proyecto fue insistir en la búsqueda de la calidad académica y en el posicionamiento de la institución en los diversos niveles de la educación superior en México. El crecimiento se planteo tanto en lo geográfico como en lo académico y la Universidad Autónoma de San Luis Potosí consiguió su relanzamiento. Los períodos de Jaime Valle concluyeron y su principal colaborador, Mario García Valdez, de manera lógica, fue nombrado rector.

Mario García Valdez, nombró secretario general a quien había sido director de la Facultad del Hábitat, al maestro en arquitectura Manuel Fermín Villar Rubio. Con buenos resultados en su gestión como director y con una trayectoria académica y profesional muy reconocida, al grado que ha sido  Académico de Número de la Academia Nacional de Arquitectura. Mario García Valdez le dio un impulso a la universidad, reforzando su presencia y obteniendo liderazgo en las asociaciones nacionales e internacionales de instituciones de educación superior. La autónoma creció y se consolidó en muchos aspectos. El reconocimiento como institución fuerte en lo académico, en la investigación científica, en la promoción del arte y como referente de formación de profesionistas se hizo indiscutible.

A punto de concluir su segundo período como rector, García Valdez, se separó del cargo para participar en actividades políticas. Para sustituirlo fue nombrado Manuel Fermín Villar Rubio. Como rector, Villar Rubio le dio continuidad a los proyectos institucionales pero también le ha dado su  propio estilo a la rectoría y conformado un plan de desarrollo a largo plazo. Concluyó el campus de Tamazunchale y ya concretó uno nuevo en Salinas de Hidalgo. La construcción del llamado campus Pedregal, en la capital potosina, es un impulso sin precedentes a la investigación científica, pues ahí estarán instalaciones didácticas y laboratorios tanto de la Facultad de Ciencias como del Instituto de Física, en dos edificios que están siendo equipados para resultados de excelencia.

El concepto de sustentabilidad ecológica de las nuevas edificaciones, refleja la profesión del rector, pero también coloca a la universidad a la vanguardia en este concepto. Los convenios de movilidad estudiantil, tanto local como nacional e internacional, abren horizontes a las nuevas generaciones. La ampliación de la oferta académica con la creación de nuevas carreras, pertinentes con la demanda de la actualidad, y muchas otras acciones han dado pie a una institución moderna y competitiva. 

Sin embargo no faltan lo que quieren ver a la institución con un enfoque diferente, involucrándose en actividades más de activismo social y político que en la búsqueda de la excelencia académica. La formación de liderazgos que se da con la formación de buenos profesionistas,  la quieren ver bajo otra dinámica de participación social. La fuerza constructiva de desarrollo la quieren ver convertida en presión y activismo, al servicio de intereses poco claros, como en algunas ocasiones ocurrió. Por eso al acercarse la conclusión del período como rector de Villar Rubio, empezaron a surgir voces y actitudes tendientes a buscar el cambio de circunstancias. Un dirigente estudiantil, el presidente de la Federación Universitaria Potosina, asesorado quién sabe por quién, tuvo la ocurrencia, sin tomar en cuenta a las demás dirigencias que componen su federación, proponer una encuesta para evaluar el desempeño del rector y de los directores de las facultades y demás instancias académicas. También serviría la pretendida consulta para analizar el método de elección, ignorando que hay un estatuto debidamente aprobado y vigente y un Consejo Directivo Universitario, conformado con representantes de los maestros, directivos y alumnos, de acuerdo a los principios de la autonomía. Tres diputados incluso, dos totalmente ajenos a la dinámica de la Autónoma, y uno de muy oscura trayectoria en sus movimientos estudiantiles de la época conflictiva, hicieron pronunciamientos a favor de esa encuesta, que además de ser atentatorios, casi violatorios, a la autonomía, denostaron la investidura y la persona del rector.

La andanada desde diversos frentes, tuvo una reacción inesperada para los interesados en la intromisión, la comunidad universitaria se volcó en apoyo a su rector y las voces y manifestaciones de defensa de la autonomía no se hicieron espera. Llegó el mes de abril y el Consejo Directivo Universitario decidió, por el voto de 54 de sus integrantes y la abstención de uno, seguramente el presidente de la FUP que no se atrevió a votar en contra, que el arquitecto Manuel del Villar Rubio, se desempeñara otro período como rector.

La demostración de unidad universitaria, según algunos observadores, tuvo dos motivaciones centrales, una reconocer que el trabajo que ha estado realizando Manuel Fermín Villar Rubio es adecuado y lleva a la institución por el rumbo correcto y, la otra, dejar en claro que a 93 años de que se concedió la autonomía, nadie esta dispuesto a perderla y en la defensa de ella no hay fisuras de ninguna especie. La comunidad universitaria es amplia y diversa, con controversias internas normales y con debates y discusiones propios de toda comunidad pensante, sin embargo hay un punto que no está a discusión, en materia de autonomía ni un paso atrás y en ese principio la cohesión universitaria es absoluta, monolítica.      

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