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Extraños Tiempos

Hugo Laussin | Plano Informativo | 07/04/2016 | 10:15

Ser humano y no querer vivir en el mundo real parece una contradicción casi esquizofrénica; ser humano y volver lo más preciado que tenemos que es nuestra propia humanidad en un asunto de tecnología es casi enfermizo y lamentablemente… real.

Si bien es cierto que la tecnología actual ha venido a beneficiar enormemente a la población mundial con simpáticos y caros aparatos celulares que nos conectan en una especie de realidad virtual donde todos saben de todo y todos ignoran aún más, también es cierto que de a poquito nos vamos alejando de la humana forma de ser humano.

Vivimos épocas turbulentas y lo que ahora sucede se sabe en el preciso momento dada la velocidad de la red tecnológica que nos une. En un minuto nos enteramos en un simple atisbo a nuestros inteligentes teléfonos y tabletas, lo que pasa al otro lado del mundo, que si los Papeles de Panamá, que si la Copa de Oro, que si el Papa regañó a los obispos y que si éstos se hicieron los arrepentidos.

Nos enteramos tristemente del abuso de menores por parte de un canadiense y en otro caso, por parte de la pareja sentimental de una madre.

Nos enteramos de todo y… ya; así, simple y llano nos enteramos pero pocos actuamos en consecuencia de lo que sabemos.

La vida en las redes nos da la oportunidad maravillosa de conocer y entender, pero nos niega la facilidad de actuar dado el precioso tiempo que pasamos enterándonos de lo que sucede alrededor.

En todas partes, vemos a madres, padres, empleados, jefes, taxistas, camioneros, albañiles, empresarios, estudiantes y demás fauna social, enfrascados y encorvados riendo por lo bajo al conocer lo que sucede en otras partes por medio de su celular.

Triste, pero cierto, dese una   vuelta por donde los jóvenes se reúnan y en pocos lugares los encontrará platicando pero eso sí, muy de la mano con su teléfono enterándose de lo que pasa.

Vivimos tiempos, insisto, harto turbulentos por lo que ya está y lo que viene para la humanidad, vaya, sin ser fatalista es obvia la urgencia de reconocernos como seres humanos y entender de una vez que la tecnología no nos está rebasando, sino que la estamos dejando adelantarse sin que sepamos cómo detenerla.

Seguramente, incluso estas palabras las está leyendo en un teléfono, si es así, deje de leer, en serio, apague su celular, cierre los ojos y luego ábralos y mire al mundo, mire la vida, voltee su cabeza hacia el cielo y en perspectiva, dese cuenta de lo pequeños que somos.

Voltee hacia los lados y descubra que esa gente que va encorvada viendo su celular son personas como usted y como yo. Vea lo ridículos que se ven dejando de contemplar la naturaleza, caminando como autómatas preocupados por lo que sucede a miles de kilómetros y no por lo que pasa frente a sus propios ojos.

Vaya a casa y vea, analice y pregúntese hasta que punto está dejando que los celulares, computadoras y redes sociales manejen la vida de los suyos.

Vivimos tiempos turbulentos, de nuevo insisto, porque no nos damos cuenta de lo que sucede aunque aseguremos que lo sabemos porque lo leímos en las redes.

A nuestros costados, la vida del planeta va siguiendo su curso y nosotros vamos desevolucionando al crecer nuestra violencia y nuestras formas de dejar de ser humanos.

Esas pequeñas pantallas se están comiendo nuestros ojos y nuestros cerebros sin que lo estemos evitando.

Ser humanos y perdernos lo maravilloso de ello es una contradicción evolutiva, social y vaya, dolorosa.