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Construyendo Utopías

Arely Torres Miranda | 23/03/2016 | 14:20

Para quienes crecimos bajo la religión católica no nos es desconocida la historia de cuenta que cuando  Dios creó el mundo, tomó barro e hizo a Adán y luego de una costilla sacó a Eva … eso dice la Biblia, total que cuando estaban Adán y Eva muy felices en el paraíso, les dijeron que no comieran frutos de un árbol en particular, pero un determinado día, Eva decide ir por un fruto de ese árbol y comerlo, le ofrece a Adán quien también lo come y como castigo a esa desobediencia, ¡Zaz! Les expulsan del llamado “paraíso” y es por eso que todos los días nos tenemos que levantar a trabajar, aguantar tráfico y una bola de vicisitudes a las que nos enfrentamos a diario.

Durante muchos años he escuchado que Eva es la culpable de todo… ella sedujo a Adán y nos arruinó la vida en el paraíso. Una vez en el colegio le pregunté a una de las Monjas que porqué Eva tenía que asumir toda la responsabilidad si Adán podría haber dicho que no y seguir comiendo pasto u otras cosas que si tuviera permitido. Claro, por respuesta a mi pregunta obtuve un “no seas insolente niña” y una plana más de tarea. Sin embargo, estoy convencida de que durante todo este tiempo se ha juzgado a Eva injustamente y se le ha liberado a Adán de toda responsabilidad.

Ahora bien, esa perspectiva simplista nos sigue persiguiendo a las mujeres hasta nuestros días. No hace falta ir muy lejos, aquí cerquita lo tenemos. Cuando las mujeres son víctimas de cualquier tipo de violencia, el juicio colectivo se remonta a esa culpabilidad y la gente suele omitir juicios gravísimos. Es para ustedes conocidos los altos índices de violencia hacia las mujeres que se presentan en nuestro estado. Ésta violencia se presenta de diferentes formas, unas más sutiles pero todas igual de peligrosas. Desgraciadamente, muchos de estos hechos ni siquiera son denunciados por las víctimas, considero yo, por dos factores fundamentales: el primero de ellos, la desconfianza y las reiteradas omisiones y revictimización por parte de las autoridades y la segunda, por lo que yo he decidido llamar “el complejo de Eva”, que no es otra cosa más que la culpa.

Miren, para muestra tenemos algunos ejemplos: ¿recuerdan el Feminicidio de la estudiante de medicina Samanta hace menos de un mes? Cuando salieron las notas en las páginas de los diferentes medios de comunicación, muchos de los comentarios señalaban que ella se había expuesto al asistir a una fiesta sola, y que también, no debería de haber bebido. Perdón, pero ese tipo de señalamientos solamente refleja el grado de ignorancia, misoginia y de machismo tan común en nuestra sociedad. ¿en qué momento el morir debería ser nuestra culpa? No son pocos los casos en que alguna mujer es atacada sexualmente y que el discurso generalizado siga siendo el lamentable “¿pues qué esperaba si se viste así? “ o su lastimosa variable “¿y qué traía puesto cuando la violaron?”

Desgraciadamente en nuestra cultura a las mujeres nos han enseñado a sentir culpa de TODO. De lo que pensamos, de lo que comemos, de lo que gozamos… hasta de vivir. Por medio de dichos tan desafortunados como “el hombre llega hasta donde la mujer quiere” hemos naturalizado el despojar de responsabilidad de los hombres de las acciones. Como si ellos no pudieran decidir no tocar, no violar, no matar. Dejemos de perpetuar este tipo de violencia que ejercemos sin darnos cuenta. Reflexionemos en las construcciones que nos llevan a separar a las mujeres entre “las niñas bien” y las “malas mujeres”, no somos buenas ni malas. Somos. Existimos. Tenemos derecho a ser respetadas y eso no debe depender del respeto que la gente crea que proyecto. El respeto nos lo merecemos porque somos personas,  no porque somos “las hijas de”, “las hermanas de”, “las esposas de”. Somos mujeres portadoras de TODOS los derechos, sin importar cuál sea mi conducta.

Hay una frase maravillosa de Elena Poniatowska que dice: “La culpa es la mejor arma de tortura contra las mujeres” y en este caso de doy totalmente la razón. El sentimiento de culpa nos consume, nos anula y nos impide gozar en entera libertad de nuestra vida. Rompamos el miedo, rompamos la culpa y dejemos atrás la historia de Eva. Dejemos también que Adán asuma la responsabilidad de sus actos.