Sábado 20 de Abril de 2024 | San Luis Potosí, S.L.P.

Día-Crítico

Melissa Trejo | 17/03/2016 | 15:12

Estamos en pleno marzo, hace nada celebrábamos el Día Internacional de la Mujer, una fecha que se celebra desde hace cerca de 90 años alrededor del mundo y que en palabras de la ONU es una fecha orientada a la conmemoración de la lucha en pro de la igualdad, la justicia, la paz y el desarrollo, que busca consolidar el papel de las mujeres como piedra angular  de la historia y resaltar la lucha de la mujer por participar en la sociedad de manera igualitaria, hombro a hombro, con el hombre...

(Suspiro, y grande) En pleno año 2016, con todos los avances tecnológicos, con la gran cantidad de información que existe y la facilidad que tenemos para acceder a ella, me resulta casi inverosímil el hecho de que a estas alturas de la vida tengamos que lidiar con tremenda cantidad de mentalidades retrógradas en el mundo. Pareciera que el machismo y la misoginia en lugar de retroceder han cobrado nueva fuerza, y nos golpean hoy, de maneras antes inimaginables.

Las mujeres no están a salvo en ninguna parte, la calle, la escuela, el trabajo, la casa, la iglesia, e incluso sus propias redes sociales, se han convertido en sitios de riesgo donde se convierten en blancos de ataques de todo tipo. La violencia contra la mujer parece recrudecerse y normalizarse cada día más a través de las plataformas digitales y eso es un reflejo de lo que ocurre en la sociedad.

Un claro ejemplo es el caso de una periodista independiente, Andrea Noel, que fue acosada sexualmente al transitar por la calle. Por alguna razón un sujeto decidió que tenía el derecho de acercarse a ella, meterle las manos por debajo del vestido y tratar de arrancarle la ropa interior. Asco, –esa fue la primera palabra que me cruzó por la mente cuando vi el video que ella difundió para denunciar el cobarde acto en sus redes sociales– ¿cómo puede ser posible que a una persona se le ocurra faltarle al respeto a otra de esa manera? –fue lo segundo que pensé...

Su reacción fue totalmente comprensible, ante la impotencia que seguro le provocó haber tenido que vivir esa situación, el denunciar ese acto tan bajo y buscar el apoyo de la sociedad, era lo más lógico. Eso parecía hasta el momento en el que la situación se volcó en su contra, comentarios machistas y misóginos empezaron a llover, había quienes la culpaban de lo ocurrido por la ropa que tenía puesta, y muchos más que se atrevieron a amenazar con violarla e incluso con matarla.

¿En serio? ¿Vamos a culpar a  la víctima por los actos reprobables de alguien que se comporta de una forma en que ni los animales lo hacen? Ahora resulta que ella es la que merece ser crucificada por algo que le hicieron por el hecho de caminar por la calle, de usar vestido, ¿de ser mujer?, ¿de estar ahí?

Hemos hablado hasta el cansancio del feminismo, tratando de explicar que el concepto solamente se refiere a la búsqueda de la igualdad de condiciones entre hombres y mujeres en todos los ámbitos de la vida y la interacción social, de alcanzar un punto en el que los derechos y garantías individuales se respeten de la misma manera sin importar el género.

Pero para llegar a ese punto ciertamente hay que ser abiertos, honestos, y reconocer que aún en este punto las mujeres se encuentran en desventaja en muchos ámbitos y situaciones. La discriminación y la violencia en contra de las mujeres existe y se hace presente de manera ampliamente visible en la sociedad. El hecho de que la posibilidad de activar una Alerta de Género en al menos 6 municipios de San Luis Potosí sea uno de los temas más discutidos de las últimas semanas es prueba de que esto es una realidad que poco tiene que ver con enfrentamientos ideológicos. 

De los dos millones 750 mil 399 habitantes de los que se tenía registro hasta el segundo trimestre del 2015 en San Luis Potosí, de acuerdo a la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del INEGI, 1,433,769 son mujeres. De ellas, al menos 236,260 afirmaron haber sufrido algún tipo de violencia por parte de sus parejas, lo que nos muestra, de una manera general, el nivel en el que se encuentra nuestro estado en cuanto a violencia de género.

En este respecto, la Comisión Estatal de Derechos Humanos informó que en los últimos 4 años, en San Luis Potosí, se han registrado 124 homicidios de mujeres, de los cuáles 37 están tipificados como feminicidios. Por su parte la Procuraduría General de Justicia del Estado reportó que del 26 septiembre del  2015 al 6 de marzo del 2016,  se han presentado 16 feminicidios, de los cuáles aún se investigan siete, ocho se han dado por concluidos y uno (solo uno) ha sido resuelto.

Los números no mienten, es difícil en ocasiones lograr clasificar las muertes de mujeres en condiciones violentas como feminicidios, y es aún más difícil lograr la resolución de este tipo de casos, pero el hecho de que el número de mujeres que sufren algún tipo de violencia por su condición de género es alarmante, es algo completamente innegable.

Podríamos llenar páginas completas con datos y más datos, pero finalmente lo único que importa es que como sociedad nos demos a la tarea de reconocer esta situación como un problema real que nos afecta en distintos niveles y que tomemos las acciones pertinentes para generar un cambio en la mentalidad colectiva y, por supuesto, en nuestras leyes.

Para nosotras las mujeres es una preocupación real, es la razón por la que salimos con miedo a las calles todos los días, es el tema que ocupa mucho tiempo de nuestras reuniones entre amigas y nuestras conversaciones en redes sociales, es algo que nos entristece, que nos indigna y nos lastima en nuestra condición de seres humanos por sabernos parte de un sector de la sociedad que a pesar de ser mayoría se ve vulnerado de manera tal que es considerado minoría.

Cuando una de mis amigas ha sido víctima de alguna situación de esta naturaleza, cuando ni siquiera mi madre se ha salvado de ser acosada en la calle, cuando me entero que una mujer tiene que soportar ser tocada sin su consentimiento, cuando leo sobre los casos de mujeres golpeadas o sobre aquellas que han perdido la vida a manos de un hombre a quien amaban o de uno que no tuvo el mínimo respeto por sus vidas y sus cuerpos porque "solo eran mujeres", no puedo evitar enfurecerme.

Y le pregunto a otras personas, mujeres y hombres, ¿por qué creen que pasa esto? ¿por qué parece que el machismo y la misoginia crecen de manera abierta?... Hablando hasta tarde con mi amiga Gaby, masticábamos una vez más esas preguntas que nos hemos hecho tantas veces ya, tratábamos de entender por qué cada paso, al parecer ganado en esta lucha, parece ir despertando poco a poco y cada vez más a esos demonios que aparentemente existían dormidos dentro de personas de las que jamás lo imaginaste.

Una de nuestras teorías es que posiblemente esto tenía que ver con el hecho de que cada vez las mujeres tienen menos miedo de mostrar su valor, su fuerza y su inteligencia, y que eso hace a muchos sentirse amenazados, los hace pensar que tienen que luchar por mantener su dominio, su superioridad, su posición...

Qué triste es que todas las mujeres tengamos que tener presentes siempre esos temas en la cabeza, que tengamos que buscar explicaciones y hacer teorías, que tengamos que buscar cursos de defensa personal y organizar cuadrillas cada que queremos salir a la calle. Qué indignante que haya mujeres cuyo día a día está lleno siempre de vejaciones y violencia, que haya mujeres que ya no están aquí, que ya no tienen voz para defenderse, que no pudieron solas contra ese monstruo que nos golpea a todas, aunque a unas más que otras.

Qué decepcionante vivir en un mundo en el que eres vulnerable y en riesgo de perder hasta la vida por ser mujer y exigir que se respeten tus derechos... No podemos seguir así, tenemos que cambiar algo, porque no es posible vivir así, amenazada simplemente por ser, por vivir, por existir, o como diría mi amiga Gaby: Por no ser sumisas y no ser (o hacer como que somos) pendejas...

Twitter: @MelCTrejo