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Plano Informativo | 10/03/2016 | 00:57

El relevo del general Heliodoro Guerrero de la DGSPM vino a confirmar, una vez más, que no siempre la presencia de un militar al frente de las corporaciones policiacas es garantía de eficiencia en la tarea de preservar la tranquilidad y el combate a la delincuencia en cualquiera de sus modalidades pues, como se ha visto mílites van y vienen y las cosas siguen igual.
 
En el caso del removido general, su salida se veía venir, toda vez que desde su estancia en la secretaría de seguridad pública, empezó a demostrar que por el peso de la edad había acabado con el entusiasmo y la vitalidad que se requiere para el cumplimiento de tan altas responsabilidades, y solo era cosa que se registrara un episodio como el del pasado fin de semana, cuando una turba de pandilleros procedentes de las colonias periféricas, cayeron como hordas destructoras sobre la colonia Infonavit Morales, para que se diera su remoción, en un hecho muy semejante al que se presenta en las playas brasileñas donde súbitamente bajan oleadas de vándalos de las populosas favelas para asaltar y robar a los turistas, de lo que se advierte constantemente a los visitantes, con la recomendación de no portar joyas valiosas ni grandes cantidades de dinero, lo que en uno y otro caso son difíciles de prever, aunque lo que hundió al general Heliodoro fue la lenta reacción de los elementos destacados en la comandancia del rumbo, para acudir a auxiliar y frenar a los pandilleros.
 
Ahora se sacó la rifa del tigre el teniente Antonio Garza Nieto, quien se encontraba inmerso en la labor cuesta arriba de recuperar la confianza y credibilidad ciudadanas en la institución.
 
Y vaya que el panorama que se le presenta es complicadísimo, pues los delitos del crimen no organizado van en constante crecimiento, lo que hace recordar como una etapa prehistórica cuando por los 50 y 60 la entonces llamada policía preventiva municipal, con el simpático y bonachón comandante Antonio Aguiñaga Piñón al mando, se dedicaba únicamente a cazar borrachitos en la calle o a asustar con las recordadas “julias”, como se llamaba a las patrullas en que se trasladaba a los detenidos al Charco Verde, a los muchachos que jugaban futbol en las calles a fin de mandarlos a dormir, pero nada más. Ojalá y el nuevo titular le imprima la dinámica y efectividad que requiere ver la ciudadanía en esa corporación.
 
Como ya hemos dicho, evidentemente, por el atractivo de la formación honesta y rígida propia de las filas castrenses es por lo que casi todos los gobernadores que hemos tenido en las últimas tres o cuatro décadas, se han inclinado a colocar como responsables de la seguridad pública, como lo hizo Guillermo Fonseca con el coronel Rogelio Flores Berrones, para que luego Carlos Jonguitud nombrara como director de seguridad a su jefe de escoltas en su campaña electoral Jaime Ríos Favela, en un desfile de mílites por esa posición, impulsado lo mismo por Leopoldino Ortiz, Gonzalo Martínez Corbalá, Fernando Silva Nieto, que por Marcelo de los Santos, los que en su mayoría no dieron los resultados esperados y en su tiempo debieron ser removidos.
 
Es de llamar la atención que los encargados de la seguridad pública que han propiciado largas y recordadas etapas de tranquilidad en el estado, han sido elementos procedentes de otros ámbitos, como fue la cubierta por el legendario comandante de la Policía Federal de Caminos, Miguel Naya Guerrero, así como el hoy comisionado general de esa corporación, denominada simplemente Policía Federal, Enrique Galindo Ceballos, quienes lograron mantener al estado lejos de las garras del crimen organizado, por lo que se les extraña, y coincidentemente ambos no son de origen militar, lo que ya se vio no constituye la única alternativa para hacer frente al problema de la delincuencia de todos los niveles, pues han entrado y salido sin parar de las titularidades de las dependencias del área de seguridad.
 
CABOS SUELTOS
Afortunadamente, la entrada de Uber al servicio de taxis no ha ocasionado conflictos serios con los taxistas tradicionales, lo que muestra que se está dejando operar aquello de que “el que tiene más saliva”, clima que puede mantenerse si dejan unos y otros de cucarse, como diría el Peje…