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Monosatírico

Alex Valencia | 29/02/2016 | 17:51

La errónea idea acerca de que gracias a internet todos podemos ser periodistas se ha convertido en uno de los enfoques centrales en torno a la reflexión sobre la ética en el periodismo contemporáneo. La capacidad de estar conectados a todo el mundo a través de la red ha motivado a muchas personas a difundir cuanto consideran es noticia y a partir de hacer tal ejercicio cotidianamente es como han nacido algunos portales informativos.

El problema con dicha formación empírica radica en que la falta de preparación académica y profesional también involucra a la formación ética y todo deriva en la subjetividad a partir de los valores particulares de cada uno de los reporteros cibernéticos, aunque también hay quien pese a haber hecho carrera en los medios de comunicación tradicionales, al abrir sus portales parecen considerar que la libertad de prensa pierde toda restricción deontológica al difundir información en la cual se pierde la perspectiva de imparcialidad, en ambos casos para convertirse en militantes, seguir abiertamente fines particulares, publicar datos no confirmados o rumores como noticia cierta, promover el sensacionalismo, tergiversar el contenido de las notas con su encabezado y en general soslayar a los géneros periodísticos.

En noviembre de 1983 tras una reunión de asociaciones internacionales de periodismo en la UNESCO se emitió el documento “Principios Internacionales de ética Profesional del Periodismo”, nueve puntos en los cuales se resumen las principales líneas globales, de manera independiente alpropio código de responsabilidadde cada medio. Revisándolos se puede ver que prácticamente todas son vulneradas cotidianamente en la prensa cibernética, aunque dado el enfoque de este texto, me remito al punto 5 del código, Acceso y participación del público: “El carácter de la profesión exige, por otra parte, que el periodista favorezca el acceso del público a la información y la participación del público en los medios, lo cual incluye la obligación de la corrección y el derecho de respuesta.” Redactado años antes de la revolución del internet, el punto cobra particular relevancia ahora, cuando la interacción entre medios y usuarios se ha diversificado al grado deabrir la posibilidad ilimitada al periodismo empírico.

La hipertextualidad de las noticias ya no se limita a la reproducción verbal o escrita de las mismas por los lectores, sino que tienen la capacidad de redimensionarse a partir del uso, compartición, transformación o elongación por parte de quien la recibe, máxime cuando proviene de una fuente generada por la propia sociedad.

En la entrega anterior cerraba con el cuestionamiento sobre la moralidad en torno al caso en el cual se dieron a conocer datos particulares del joven identificado como “Mirrey de la muerte” a fin de dar con su paradero y hacerloresponder por el accidente y consecuentes muertes por él provocadas. En primera instancia, testigos del suceso fueron quienes comenzaron a proporcionar información en las redes sociales, al grado que casi enseguida se filtraron los datos de la identidad del propietario del vehículo. Hasta aquí estamos en terrenos de la ciudadanía y sus actos, ello da para otro análisis distinto, pero volvemos al punto de la ética periodística cuando la mayor parte de los medios locales reprodujeron dichos datos privados. ¿El fin justificaba su publicación? Y la pregunta no va sobre cuestiones legales, sino de mero periodismo.

La responsabilidad social parece así una de las líneas fundamentales sobre la cual habrían de detenerse a pensar quienes lo ejercen, replantear el escenario a fin de conseguir a la par del aprovechamiento de las herramientas tecnológicas, una dinámica mediante la cual se establezcan las normas de interacción para con los usuarios de internet y los medios de comunicación que permita reivindicar el rol del periodismo en el desarrollo de la sociedad.