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Miguel Ángel Guerrero | 29/02/2016 | 00:45

Si, como se presume, el audio de una supuesta plática telefónica del secretario de Finanzas, José Luis Ugalde Montes, con el que se pretendió -ya se vio- fallidamente, torpedear su condición como uno de los funcionarios carreristas más firmes en el cargo, fue producto del llamado “fuego amigo”, como se califican los ataques entre los miembros de un gabinete de funcionarios con el fin de demeritarse o hacerse quedar mal ante el jefe, debe recordarse que su práctica no es nada nuevo en el juego por los espacios de poder y por ganarse la simpatía del que manda.
 
Como está claro, el incidente en que se intentó involucrar a Ugalde ya entró en su fase de extinción.
 
En el pasado reciente de los gobiernos estatales ha habido ejemplos claros de lo demoledor que puede ser ese “fuego amigo” del que quizá, el más representativo corrió a cargo del hoy diputado federal Cándido Ochoa Rojas, en su tiempo como secretario general de Gobierno de la administración a cargo de Fernando Toranzo Fernández, con la salvedad de que éste en funciones de una especie de vicegobernador no necesitaba atacar a quien le estorbaba, pues podía remover funcionarios a su antojo sin pedirle permiso al doctor, quien muchas veces se enteró por los periódicos o noticieros televisivos de los movimientos en su equipo.
 
Asimismo es de sobra conocido que sus familiares más cercanos tenían derecho de picaporte a sus oídos, cuando de hacer quedar mal a alguno de los funcionarios que se rebelaba a sus dictados, sobre todo los que no atendían con prontitud sus gestiones para hacer negocios en las oficinas a su cargo.
Algo muy semejante pasó en el sexenio marcelista, en el que sus seres queridos podían ser factor de ceses y cambios de funcionarios, de los que en diversas ocasiones enteraban con mucha anticipación a sus cuates de lo que tendrían lugar.
 
Un poco más atrás, Fernando Silva Nieto también tuvo a su lado un experto en el famoso “fuego amigo”, como lo fue en su periodo el chiapaneco Jerónimo Esquinca, quien trajo a raya a todo el gabinete, por la entrada que daba FSN a sus venenosos comentarios y más contra los dirigidos a las oficinas donde tenía intereses que exprimir.
 
Así entonces, las circunstancias han dado lugar a la presencia de verdaderos especialistas en ese tipo de ataques, como los famosos y efectivos en ese campo que rodearon al profesor Carlos Jonguitud Barrios, como lo fueron su yerno Éibar Castilla, Helios Barragán y aún Roberto Naif, quienes cuando desplegaban sus destructivas habilidades eran un auténtico espectáculo, pues los ataques más efectivos son aquellos que escucha y festeja con grandes carcajadas el jefe, que entre más estruendosas sean mayor garantía ofrecen de que surtirán efecto, por lo que no debe sorprender el incidente del “fuego amigo” de hace unos días, en el que se intentó hacer tropezar a Ugalde con muy mal tino.