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Monosatírico

Alex Valencia | 15/02/2016 | 01:11

La vida, redundante resulta decirlo, es un carnaval. El ir y venir del mundo es una mera circunstancia girando alrededor del eje geocentrista cotidiano en el que todos somos el yo de nuestra personalísima circunstancia.

Carnaval para olvidar las penas, las de acá, pero primero las ajenas. Porque si no hay periodistas abandonadas muertas a orilla de la carretera menos los habrá en el resto del mapa. En otro país hacen eso. Acá no hay más levantados que el seis de enero y esos se pagan con tamales el día de la Candelaria; de aquellos a quienes incineren sus restos las cenizas habrán de servir para seguir la fiesta al rellenar maracas.

Carnaval porque ha llegado el Papa y es menester saludarlo, ponerse de pie sobre hombros de los sexualmente mancillados -que a nadie le importan- para estar más cerca de tocar la capa del divino embajador plenipotenciario, unidos todos en la santidad de las familias naturales bajo cuyo buen conducto ha crecido esta nación para gloria del señor y ¡Venga! Ya lo dijo el Cardenal, a seguir haciendo los demás el ruido que quieran y siga la pachanga.

Carnaval para olvidar, que quien desaparece nunca ha estado, que la basura se puede reproducir en las calles a cambio de tortillas gratis, que hay más cruces en el desierto de Juárez que en las iglesias juntas del pueblo más devoto, que mantenemos al año a medio millar de malvivientes en tan sólo uno de los palacios federales que hemos consentido crearles, que la impunidad y la corrupción son las más valiosas monedas de cambio… bueno, eso no, tal cosa habremos de mantenerla presente cuando se presente el caso y debamos echarles mano con tal de proseguir el vacilón.

Carnaval y hay que bailar, celebrar toda la vida, suene el corrido y la banda, a sacar el sombrero de charro y a volar y volar como el peso, el de los anhelos y el de la moneda de cambio. Venga hoy la alegría y a vivir el guacamole existencialista hasta que llegue el sabadazo. Entonces duerme, duerme soñando; bien sabes a que le tiras cuando sueñas.