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Extraños Tiempos

Hugo Laussin | 12/02/2016 | 09:23

Supongo que ha de ser muy divertido eso de regalar bombones, chocolatitos, globos y flores en el día del amor y la amistad, lo supongo porque siempre he sido un perfecto amargoso al que las fechas comerciales le producen risa y un poco de náuseas.

¡Pero vaya! Ha llegado ese día del año en que todo mundo ira por ahí como embobado viendo regalitos y regalotes en los aparadores para con ilusión, hacer cuentas a ver si les alcanza para darle ese detalle al ser amado, o al que se quiere amar o al que de plano, les dejará en la temida friend zone de la adolescencia.

No se me malentienda, no soy odioso (no mucho), sino acaso algo honesto con mi corazoncito. A mi pareja le quedó claro desde el inicio de nuestra relación que odiaba el 14 de febrero desde que puse cara de ogro, bufé y me arranque algunos cabellos cuando me preguntó si haríamos romanticón ese día.

En su infinita sabiduría, comprendió y dio por zanjado el asunto con resignación y la enorme misión de sacarme canas verdes cada que se acerca la fecha.

Tampoco tuve experiencias malas en mi juventud temprana con alguna muchacha y algún desprecio por mis intenciones amorosas, de hecho, eso sucedió en días cualquieras, no en esa fecha.

Entonces ¿seré acaso extraño? Pues… algo pero no, más bien formo parte de esos que van por estas fechas maldiciendo por lo bajo la inutilidad de celebrar lo que en teoría, deberíamos vivir cada día con nuestras y nuestros respectivos peor es nada.

Es simpático, sin embargo, ver a toda la tropa de chiquillas y chiquillos que van por las calles con una mirada de esperanza en la cara y pensar “benditos, no saben lo que les espera en el amor”.

Vamos, el amor existe, sin embargo nos han vendido por siglos una imagen que dista mucho de la realidad de las parejas.

Hay horas de amor y de odio profundo, de malestares y de no me toques pero no me sueltes. Son los sube y baja de las relaciones que llevamos muchas veces por el afán de no sentirnos solos.

Ya más maduritos, vamos por ahí buscando el amor como quien busca respuestas en otras personas de lo que en nuestro interior vive.

¿Vamos buscando el reflejo de nuestras almas en la de los demás? ¿eso será el amor romántico?

Yo amo; mucho. Y como yo, muchos viven el amor a diario en cada buenos días, en cada café que se sirve al que se ama, en cada tomar una mano cuando haga falta. Pero de ello a pintarlo de corazones y caritas de unicornios hay mucha diferencia.

Así que si usted, como yo, es un amargado de los san valentines, piense que en otras almas que usted se encontrará en el camino con florecitas, regalitos y chocolates en las manos, usted verá un reflejo de las propias ilusiones que en algún momento tuvo.

Diviértase sacándole la lengua a los estudiantes y estudiantes que van desesperados buscando el presente. Abrace a los que le prodiguen su amistad y su amor. Sea un delicioso amargado en silencio mientras les da su amistad y su amor disfrazadas de mueca.

Total, también hay quien ama a los amargosos. Lo sé de cierto.