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Overdrive:

Jorge A. Rodríguez | 01/02/2016 | 09:39

Una pregunta corta. ¿Cada cuando escuchas un  disco completo de principio a fin? Me atrevo a decir que la respuesta será: A veces.  Curioseando un poco me puse a pensar en esto y recaí en la idea de que vivimos en la era del Shuffle, del aleatorio y de la variedad.

Hoy en día la oferta musical no tiene fronteras. Cada vez es más difícil encontrar algo que realmente de una satisfacción concreta. La oferta supera con creces a la demanda en este rubro. El acceso a los discos y a las canciones es cosa de un par de clicks. Quedó atrás esa pequeña apuesta que significaba comprar un disco sin antes haberlo escuchado.  Un 50-50 de posibilidades de llevarte una buena experiencia o un fiasco.

Es debatible. Puede ser la “onda” o la “moda” la que trajo de vuelta el vinyl. Puede ser la magia de lo imperceptible. Todos esos sonidos que se pierden al comprimir la música para tenerla en MP3 o cualquier otro formato. A mi me gusta porque existe una experiencia completa en volver a ese formato. Sacar el disco, colocarlo en la tornamesa y escucharlo de principio a fin con un intermedio obligado para dar vuelta al vinyl. En mi caso es imaginarme haciendo todo esto en el pasado cuando no había computadoras o internet.

La era digital trajo consigo el botón de aleatorio. Una opción que no puedo considerar como negativa, pero que de alguna forma y luego de pensarlo un rato definitivamente le dio en la madre a algunas cosas.

Algunos artistas tienen ideas que van más allá de una canción. El disco como tal se convierte en la obra completa y por ende la canción pasa a ser un fragmento de la obra.  Con el shuffle, es como si tomaras una novela y empezaras a leer a partir de la página 89 y luego de leer un buen fragmento vuelves a la 15. Se puede, es cosa de cada quién, pero la idea original no va por ahí.

No me imagino a alguien en los viejos tiempos cambiando constantemente de pistas en un LP para escuchar el disco en desorden. O adelantando y regresando un cassette.  Es una de esas alternativas que el mundo moderno trajo consigo y curiosamente no sé para qué y al mismo tiempo le he encontrado un uso.

Soy un fanático empedernido de Pink Floyd. Y aunque he escuchado sus canciones utilizado el Shuffle, es mi deber compartirles que no existe mejor forma de disfrutar de esta banda que escuchando los discos completos, de principio a fin. Sobre todo discos como The Wall que en realidad es todo un viaje y una historia que se construye canción a canción.

Aunque yo ya crecí en la Era del Shuffle he descubierto que la experiencia de escuchar obras completas significa consumir el concepto absoluto que propone un artista.

Al mismo tiempo, no me desagrada en absoluto la idea de poder revolver una cosa con otra en cuestión de instantes. Es la esencia de una extraña libertad que tenemos al escuchar lo que se nos antoja cuando se nos antoja.

Entonces.  ¿Qué es mejor? El orden del origen. La escucha a la antigua. O seguir con nuestras vidas aleatorias. No tengo idea. Pero lo seguiré explorando y luego les platico.

Por lo pronto no puedo evitar preguntar. ¿Cuándo fue la última vez que escuchaste un disco completo?