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Leopoldo Pacheco | 23/12/2015 | 12:01

 

Aún está fresco el recuerdo del mes de abril del 2013 cuando la madrugada de aquel sábado trece, mas de una decena de internos del centro de prevención y readaptación social, número uno de la delegación de la pila, conoció el horror de la violencia y salieron al paso de la muerte por otros internos  de grupos rivales… entonces aun se decía que “a pesar de todo”, existía el control de un penal, que más bien daba señales de hacinamiento  y de un autogobierno, en el cual ni las autoridades ni custodios eran parte de.

El Centro de Prevención y Readaptación Social, número uno de la delegación municipal de La Pila, inaugurado en la recta final del gobierno que encabezó el priista Fernando Silva Nieto, buscaba convertirse en la salida más viable, para terminar con viejos vicios y costumbres de la comunidad carcelaria, que antes y de manera histórica albergaba el presidio de la Avenida Juárez, sitio histórico que también fue cárcel para el prócer revolucionario Francisco I. Madero, y en cuyas paredes siempre se esgrimió el halo de la impunidad y corrupción, inercias centenarias de costumbres arraigadas en el encierro y en la relación infame de aquellos que ostentaban el poder fáctico de las mafias incólumes en su vientre, y que de ahí dependía la vida, los cigarros, la comida, la bebida y hasta favores o terrores sexuales.

El flamante penal decían, tenia características de primer mundo, con instalaciones que desterrarían  la ya tradicional  costumbre de los internos de prepararse su propio alimento, e incluso la elaboración de una bebida fermentada conocida como “turbo”, habría aéreas especificas para los sentenciados, además de instalaciones útiles para la realización de actividades deportivas, talleres de artes y aprendizaje de oficio y fomento del empleo al interior, del mismo modo la prisión de la mujeres, espacios hospitalarios además también estarían de manera más estratégica los juzgados con locutorios adecuados para las declaraciones y las audiencias; todo pintaba bien, e incluso, hubo hasta entusiasmo de algunos, aunque no de todos, por la mudanza al  nuevo penal que prometía un trato “más humano”.

Al contrario; el Nuevo penal en una sinergia desafortunada, tuvo que dar cabida a internos del fuero federal, que en su momento, eran parte de grupos delictivos de gran peligrosidad, y que constituían el principal blanco del gobierno de Felipe Calderón en su guerra, el derramamiento de sangre era grave en el país, al interior se reproducía el universo de violencia a modelos escala, pero con la misma brutalidad, con la misma conveniencia  para aquellos que se esgrimían como los poderosos dentro de la prisión, que mataban y secuestraban al interior del CEPRERESO, aunque suene ridículo, pedían rescate a los familiares de un interno por dejarle en paz, y permitirle la visita o la vida. La introducción de objetos prohibidos desde telefonía celular  que se volvió útil para la extorsión telefónica, aparatos electrónicos de diversas índole y las drogas, ante los ojos inermes de los custodios, que nada o poco podían hacer para evitarlo, o que en otros casos podían participar del tianguis de la impunidad a cambio de dinero o de su integridad y trabajo.

La mudanza, solo fue una extensión para la continuidad, que al final de una noche de un viernes de primavera,  tuvo su versión más terrible, el letargo debía terminar pues ya había costado muchas vidas, y ponía al estado de San Luis Potosí, bajo una lupa,  decían que podía terminar en el rescate masivo de internos del fuero federal por  comandos armados, como ocurrió en Tamaulipas y en Coahuila. La respuesta al despresurizar a la población del CEPRERESO de la Pila, suponía, el inicio de un nuevo capítulo donde finalmente la autoridad recuperaría al 100% el control del reclusorio, ya no habría células de la delincuencia ni líderes de carteles del narcotráfico.

Sin embargo la tensión nunca dejo de estar presente, y ello, siempre fue puesta de manifiesto por parte de aquellos familiares de los internos, que saben que al interior del penal siempre están en riesgo, que no hay verdaderas garantías, y hoy prueba de esto es que aun pudimos ser testigos de los internos que subieron a una de las torres de observación y vigilancia del penal, vimos nuevamente la humareda de colchones quemados, supimos del ingreso de ambulancias y de dos heridos en versiones, que van desde inconformidad por los tramites de aduanas, hasta la exigencia de cambiar al actual director de este centro penitenciario.

Es complicado amigo lector saber a ciencia cierta todo lo que ocurre al interior  en lo que se considera un sub mundo, donde las reglas no son las mismas que conocemos, pero no podemos dejar de preguntar ante estos fenómenos si es que verdaderamente existe la readaptación social, o no es más que “ un cuento de hadas” para justificar el gasto que se recibe de los contribuyentes por mantener aquellos que han faltado a la sociedad… usted que cree?

Hasta la próxima.